franz kafka la metamorfosis

Páginas: 82 (20367 palabras) Publicado: 17 de septiembre de 2015
La Metamorfosis
de Franz Kafka

I
Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño
intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto".
Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar
un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes
duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerseel
cobertor, a punto ya de resbalar al suelo.
Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su
tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos. «¿Qué me ha ocurrido?»,
pensó. No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si
bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto
conocidas.
Por encima de la mesa, sobre la que se encontrabaextendido un muestrario de
paños desempaquetados - Samsa era viajante de comercio -, estaba colgado
aquel cuadro, que hacía poco había recortado de una revista y había colocado
en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con un
sombrero y una boa” de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba
hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cual había desaparecidosu antebrazo.
La mirada de Gregor se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso
se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alfeizar de la ventana - le ponía
muy melancólico.

«¿Qué pasaría - pensó - si durmiese un poco más y olvidase todas las
chifladuras?» Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba
acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actualno podía
ponerse de ese lado.
Aunque se lanzase con mu cha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se
volvía a ba lancear sobre la espalda.
Lo intentó cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver las patas que
pataleaban, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el
costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido. «iDios mío!»,
pensó.
«iQué profesión tan dura heelegido! Un día sí y otro también de viaje. Los
esfuerzos profesionales son mucho mayores que en el mismo almacén de la
ciudad, y además se me ha endosado este ajetreo de viajar, el estar al tanto de
los empalmes de tren, la comida mala y a deshora, una relación humana
constantemente cambiante, nunca duradera, que jamás llega a ser cordial.
¡Que se vaya todo al diablo!» Sintió sobre el vientre unleve picor, con la
espalda se desli zó lentamente más cerca de la cabecera de la cama para poder
levantar mejor la cabeza; se encontró con que la parte que le picaba estaba
totalmente cubierta por unos pequeños puntos blancos, que no sabía a qué se
debían, y quiso palpar esa parte con una pata, pero inmediatamente la retiró,
porque el roce le producía escalofríos. Se deslizó de nuevo a suposición
inicial.
«Esto de levantarse pronto», pensó, «le hace a uno desvariar. El hombre tiene
que dormir. Otros viajantes viven como pachás”. Si yo, por ejemplo, a lo
largo de la mañana vuelvo a la pensión para pasar a limpio los pedidos que he
conseguido, estos señores todavía están sentados tomando el desayuno.

Eso podría intentar yo con mi jefe, en ese momento iría a parar a la calle.
Quién sabe,por lo demás, si no sería lo mejor para mí. Si no tuviera que
dominarme por mis padres, ya me habría despedido hace tiempo, me habría
presentado ante el jefe y le habría dicho mi opinión con toda mi alma. ¡Se
habría caído de la mesa! Sí que es una extraña costumbre la de sentarse sobre
la mesa y, desde esa altura, hablar hacia abajo con el empleado que, además,
por culpa de la sordera del jefe,tiene que acercarse mucho.
Bueno, la esperanza todavía no está perdida del todo; si alguna vez tengo el
dinero suficiente para pagar las deudas que mis padres tienen con él - puedo
tardar todavía entre cinco y seis años - lo hago con toda seguridad. Entonces
habrá llegado el gran momento, ahora, por lo pronto, tengo que levantarme
porque el tren sale a las cinco», y miró hacia el despertador que...
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