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-Oh… supongo que iré a echarle un vistazo al rato –musité.
Hablar con Jayden no era algo que hiciera siempre. Nuestra relación siempre había sido tensa. Cuando éramos niños fuimos muy cercanos,muchas personas llegaban a preguntarle a mi madre si éramos gemelos o algo así; ella sólo reía y les contestaba que no, pero no se preocupaba por contarles la historia a todos. Albany no es un lugarpequeño, pero la localidad no es especialmente grande y al final todos se enteraron de que Jay estaba viviendo con nosotros. Se preguntarán la razón de nuestro distanciamiento. Cuando yo era más joven, omás bien, éramos, hubo un tiempo en que mi madre decidió comparar los logros de mi primo con los míos. En ese tiempo ella todavía no había notado esa fragilidad en mi carácter y en mis emociones.Odiaba cuando mi madre comenzaba con el típico “Jay tiene las mejores calificaciones de su clase. Astrid, no veo por qué…” “¿Tanto te cuesta relacionarte como él? ¿Qué te cuesta salir un rato de tuhabitación y…?” Después de un tiempo, el simple hecho de estar a un lado de Jay me molestaba, él me molestaba; claro, no sólo mi madre tuvo la culpa de mi repentino odio hacia mi primo. Él era un chicotravieso, siempre lo fue, pero en esa época no podía soportar que él quisiera jugar o molestarme como lo haría un hermano. En fin, después de un tiempo la situación se calmó, pero mi relación con él novolvió a ser la misma, era un hecho lamentable.
El autobús arribó a la parada a la misma hora en que lo hacía todos los días. Jay tomó su asiento en uno de los lugares de en medio y yo me fui hastaatrás, en donde los saltos que daba el camión podían darte un dolor de espalda o si tontamente decidías dormirte, una torcedura de cuello. Yo lo había averiguado de una mala manera. Pero en fin, era unode los lugares menos concurridos de todo el camión. Ya había dicho antes que la compañía me hacía bien, pero no era muy agradable estar apretujada con chicos a mí alrededor; así que para mí, ese...