Freire y la vocacion humanizadora
Por Alice Socorro Peña Maldonado
La vocación de humanizarse en la situación concreta y existencial y no desde un modelo ideal. Su resultado es el empeño de los seres humanos en la lucha por su liberación y la
transformación de la realidad, donde el ser en situación de oprimido ha de ser ejemplo de sí
mismo, en la lucha por su redención. En esta tarea humanista e histórica el oprimido no sólo se libera sino que también libera a
los opresores. Estos últimos, “en tanto clase que oprime, no pueden liberar, ni liberarse, pues su pedagogía parte de los intereses que mantiene y encarna su propia opresión y su
actitud “humanitarista” promueve la dependencia y la menesterosidad” (Freire, 2000, p.50). Pero ¿a qué se debe tal empeño de liberación, que subraya Paulo Freire en sus obras? ¿Es
real la situación de opresión? O ¿es un discurso más, entre otros? En la década de los sesenta, a partir de la realidad latinoamericana, Freire cuestiona la realidad opresora de la
educación y plantea la educación liberadora como instrumento para ser más. Pero afirma en
su obra “Pedagogía de la Esperanza” (1992) que la realidad opresora en los noventa ha tomado nuevos visos y se ha globalizado, lo que hace que mantenga su vigencia.
Los seres humanos, como seres inconclusos y conscientes de su inconclusión, se encuentran ante dos posibilidades, la de reconocer su deshumanización no sólo como
viabilidad ontológica sino como realidad histórica, y la humanización como vocación del ser humano. “Vocación negada, pero afirmada también en la propia negación. Vocación negada
en la injusticia, en la explotación, en la opresión, en la violencia de los opresores.
Confirmada en el ansia de libertad, de justicia, de lucha de los oprimidos por la recuperación de su humanidad despojada” (Freire, 2000, p.32).
La deshumanización no sólo tiene lugar en aquél a quien se le despoja de su humanidad ...
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