Freud ...
(1917 [1916-17])
16' conferencia. Psicoanálisis y pSlqulatna
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Señoras y señores: Me regocija que nos volvamos II ver, después de un año, para proseguir nuestros coloquios. El año pasado les expuse la concepción psicoanalítica de las operaciones fallidas y del sueño; ahora querría introducirlos en la comprensión de los fenómenos neuróticos,que, como pronto descubrirán, tienen mucho en común con aquellos. Pero les anticipo que en esta oportunidad no puedo conce derles la misma posición frente a mí que el año anterior. Aquella vez me empeñé en no dar un paso sin que hubiera acuerdo entre el juicio de ustedes y el mío; discutimos mu cho, me sometí a sus objeciones y en verdad los reconocí a ustedes y a su «sano sentido común» comoinstancia decisi va. Ahora no será aSÍ, y por una simple circunstancia. Opera ciones fallidas y sueños no les eran extraños como fenómenos; podía decirse que poseían al respecto tanta experiencia como yo o que podían fácilmente procurarse una experiencia igual. Pero el campo de fenómenos de las neurosis les es ajeno; si no son médicos, no tienen otro acceso a él que mis comu nicaciones, y denada vale el mejor discernimiento cuando falta la familiaridad con el material que ha de juzgarse. Pero no entiendan este anuncio como si yo me propusiera hacerles una exposición dogmática y exigirles una fe in condicional. Semejante malentendido me haría grave injus ticia. No es mi propósito despertar convencimientos; quiero dar incitaciones y desarraigar prejuicios. Si, por desconocer elmaterial, ustedes no están en condiciones de juzgar, no deben ni creer ni desestimar. Deben escuchar y dejar que produzca en ustedes· su efecto lo que se les refiere. El convencimiento no se alcanza con tanta facilidad o, cuando se ha llegado a él tan sin esfuerzo, pronto se evidencia falto de valor e in consistente. Sólo puede pretender convencimiento quien, como yo lo hice, ha trabajado durante muchosaños con el mismo material y ha vivido, él mismo, estas experiencias nuevas y sorprendentes. ¿Por qué, entonces, se producen en el campo intelectual esas convicciones súbitas, esas conver siones fulminantes, esas repulsiones instantáneas? ¿No repa ran en que el «coup de foudre», el amor a primera vista, proviene de un campo enteramente diverso, el campo afecti-
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vo? Ni siquiera anuestros pacientes les eXIgimos un acto de convencimiento o de adhesión al psicoanálisis. Que lo hagan nos resulta a menudo sospechoso. La actitud que más deseamos en ellos es la de un benévolo escepticismo. Procu ren ustedes, pues, dejar que la concepción psicoanalítica co exista y crezca en paz junto a la popular o a la psiquiátrica, hasta que se presenten oportunidades en que ambas puedaninfluirse, cotejarse y conciliarse en una decisión final. Por otra parte, ni por un instante deben creer que esto que les presento como concepción psicoanalítica sea un sis tema especulativo. Es más bien experiencia: expresión di recta de la observación o resultado de su procesamiento. Si este último procedió o no de manera suficiente y justificada, he ahí algo que se verá con el ulterior progreso de laciencia; y por cierto tengo derecho, trascurridos ya casi dos decenios y medio y bastante avanzado yo en la vida,! a aseverar sin jactancia que fue un trabajo particularmente difícil, intenso y empeñoso el que brindó estas observaciones. A menudo he recibido la impresión de que nuestros oponentes no que rían conside�ar para nada este origen de nuestras aseveracio nes, como si creyesen que noeran sino unas ocurrencias de cuño subjetivo a las que otro podría oponer su propio ca pricho. Este comportamiento opositor no me resulta del todo comprensible. Quizá provenga de que los médicos se comprometen muy poco con los neuróticos; oyen con tan poca atención lo que ellos tienen que decirles que se han enajenado la posibilidad de extraer algo valioso de sus comu nicaciones, y por tanto de...
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