friedman
SELECCIÓN DE ESCRITOS POLÍTICOS Y
ECONÓMICOS DE MILTON FRIEDMAN
Harald Beyer
Responsabilidad social y economía de mercado
Ha ido ganando aceptación la idea de que los dirigentes empresariales,
e igualmente los sindicales, tienen una "responsabilidad social" que va
más alla del servicio a sus accionistas o a sus miembros. Esta idea se debe a un error fundamental sobre el carácter y la naturaleza de una economía
libre. En una economía libre, la empresa tiene una y solamente una responsabilidad
social: utilizar sus recursos y realizar actividades destinadas a
aumentar sus beneficios, siempre que cumpla las reglas del juego, es decir,
actuando en competencia libre y abierta, sin fraude ni engaño. De la misma forma, la "responsabilidad social" de los dirigentes laborales es servir los
intereses de los miembros de sus sindicatos. A los demás nos corresponde la
responsabilidad de establecer un marco legal, de tal manera que el individuo
que persigue su propio interés sea —citando de nuevo a Adam Smith—
"llevado por una mano invisible a favorecer un objetivo que no era parte de su propósito. Pero el hecho de que él no pensara en ese objetivo no es
siempre algo malo para la sociedad. Muchas veces, al perseguir su propio
interés, fomenta el de la sociedad más eficazmente que cuando realmente se
lo propone. Nunca he visto que los que pretenden comerciar por el bien
público obtengan un buen resultado".
El que nuestros dirigentes de empresa aceptaran la idea de que les corresponde una responsabilidad social que no sea el obtener el mayor
beneficio posible para sus accionistas sería tanto como socavar los cimientos
de nuestra sociedad libre. Es una doctrina esencialmente subersiva. Si
los hombres de empresa tienen una responsabilidad social que no es la de
obtener el máximo beneficio para los accionistas, ¿cómo van a saber cuál
es? ¿Pueden unos cuantos particulares que se han seleccionado a sí mismos decidir lo que es el interés social? ¿Pueden decidir la carga que han de
aceptar ellos mismos y sus accionistas en servicio del interés público?
¿Puede tolerarse que las funciones públicas de tributación, gasto y control
las ejerzan los individuos que estén al frente de una empresas concretas y
que han sido elegidos para esos puestos por grupos estrictamente privados? Si los hombres de empresa van a ser empleados del Estado en vez de
empleados de sus accionistas, entonces, en una democracia, acabarán, tarde
o temprano, por ser designados por el método de elección popular.
Mucho antes de que ocurra esto se les habrá privado del poder de
tomar decisiones. Como ejemplo dramático, tenemos la cancelación del aumento de precios del acero, que pretendía llevar a cabo la US Steel en
abril de 1962. La cancelación se realizó con una exhibición pública de
cólera por parte del Presidente Kennedy y con amenazas de represalias a
todos los niveles: desde procesos antit trust hasta el escrutinio de las declaraciones
de ingresos de los ejecutivos del acero. Este episodio fue sorprendente,
pues fue un despliegue público del vasto poder concentrado en Washington. Se hizo patente que disponen ya de gran parte del poder que
supone un Estado‐policía. Y es un ejemplo también para mi argumento. Si
el precio del acero va a depender de una decisión pública, como pretende la
doctrina de la responsabilidad social, no puede permitirse que se determine
privadamente.
El aspecto concreto de la doctrina que hemos ilustrado con el ejemplo anterior, y que ha adquirido gran prominencia últimamente, es la supuesta
responsabilidad social de la empresa y del trabajo en orden a impedir
que suban los precios y los salarios, para evitar la inflación de precios.
Si los controles de precios, tanto si son voluntarios como impuestos
por ley, se cumplen eficazmente, llevarán finalmente a la destrucción del ...
Regístrate para leer el documento completo.