Frin 5 Y 6
—Che, ¿qué te pasa, eh?
—... (trotaba callado).
—Frin, de verdad te pregunto, ¿por qué te enojaste?
—... ey, Frin... así nunca te voy a poder pedir disculpas.
—No lo hagas.
—¡Abrió la boca! Esto va mejorando... che ¿me vas a decir qué te molestó?
—No. —...bueno, lo que puedo hacer es empezar a pedirte disculpas por todo, todo lo que existe en el mundo, en el cielo, por las cosas imaginarias...
—... (Frin sonrió).
—Voy a empezar, perdón... por los arbolitos de navidad, ¿fue eso?
—... (hizo que no con la cabeza).
—De acuerdo, seguiré... perdón por las bicicletas sin cambios de velocidad, ¿fue eso?
—Pará, tarado (aguantando la risa).
—No,amigo, debo seguir (con tono melodramático), debo seguir. Mientras tanto se aproximaban a donde estaba el grupo entrenando con el profesor. Se acercaban las olimpíadas interescolares, y el tipo estaba como loco.
—... sí, sí, debo seguir... a ver, fue... fue ¿por la lengua del maestro de Lengua?
—¡Pará, idiota! (lo empujó con el hombro).
—Oh, oh, vamos bien, intuyo que vamos bien, es por ahí... aver... fue... fue ¿fue porque estuve hablando con Alma? En ese momento, Ferraro gritó:
—¡Lynko! ¿¡No te molesta correr con ese marica!? Él se paró en seco, ni le dio tiempo a decir nada a Frin y gritó furioso.
—¡¡¡Metete en lo que te importa, imbécil cara de vaca!!! Los demás se rieron, Lynko siguió como si eso no hubiera importado, volvió a preguntarle.
—Che, Frin, ¿fue por eso?
Pero elprofesor los estaba llamando. Los hizo parar delante de todos y los retó. A Frin por correr mal, a Lynko por gritarle a un compañero, y a Ferraro también; pero era su favorito para las olimpíadas y le dijo algo por compromiso. Mientras los retaba, Frin lo miraba, pensando que se demoraba horas en decirles algo que ya habían entendido.
En cambio, Lynko se pasó todo ese tiempo clavándole la mirada aFerraro, que era más grande, y también lo miraba desafiante. Frin se dio cuenta de que iba a haber pelea. El profesor los seguía retando, pero eso era lo único en que estaban pensando todos. Iba a haber pelea.
Ya casi terminaba la clase, los mandó a dar una vuelta más. Cuando volvieron el grupo estaba saliendo de la cancha. Ferraro estaba parado al lado de la puerta, junto a otros chicos. A Frinlo recorrió un frío de miedo en las piernas. Lynko siguió caminando tranquilo, ya sabía.
—¿Qué problema tenés, vos? (Ferraro).
—Que no me gustan los bocones (Lynko).
Y siguió cruzando la puerta. Ferraro lo agarró del hombro, tirándolo hacia adentro de la cancha; pero, antes de que se diera cuenta, Lynko le tiró una trompada que le pegó en la nariz. El grandote se agarró la cara con las manos.—¡No habíamos empezado todavía! ¡Pegás a traición como los maricas! Lynko le tiró una patada que el otro alcanzó a esquivar. Aunque todo había empezado por él, Frin estaba paralizado ante la pelea. La mole Ferraro se fue encima de Lynko y lo hizo caer. Cuando lo tenía en el piso lo empezó a golpear en la cara. Lynko atajaba algunas, recibía a casi todas; pero logró pegarle otra piña en la nariz, quelo hizo sangrar. Ferrara, furioso, se abalanzó encima de Lynko, trabándole los dos brazos abiertos. Lynko quería patearlo y zafarse, pero no podía. Los gritos de todos los demás, alentando a su amigo contra el-recién-llegado-del-buzo-verde, habían llamado la atención del resto del grupo, que regresó corriendo a ver la pelea. El profesor también. Los separó a los gritos y empujones. Les dijo...
Regístrate para leer el documento completo.