Fui a colombia y no me dejaron quedarme
Su historia era la de un enamorado. Alguna vez ingresó a uno de esos sitios en Internet en losque se puede buscar pareja. Perfil, nombre y e-mail. Se aventuró a escribirle a una mujer colombiana cuyos rasgos caribeños sedujeron de inmediato a este hombre de casi 50 años de edad, amante de lasalsa y adicto a los asados de su país. Se inicia entonces un intercambio permanente de palabras, revelaciones y citas para chatear hasta conocerse lo suficiente para establecer una relación. Ahí supoque su amiga vivía en Medellín que se llamaba Adela y que con sus 33 años ya era separada y madre de tres hijos. Cuando surgió el tema de conocerse “en persona” lo más provechoso para ambas partes esque él fuera a Colombia pues ella no podía dejar solo al menor de sus hijos. A Miguel le asaltaron las dudas a partir de las duras prevenciones por venir a Colombia que asumen muchos extranjerosdesinformados de la situación del país. Sin embargo, se propuso el reto y lo cumplió: tres meses después Adela lo esperaba en el aeropuerto de Rionegro en Medellín para rematar con sus ojos el sentimientoque iniciaron las palabras.
Miguel estaba dichoso en la llamada ciudad de la eterna primavera, cuyo clima único entre las montañas alterna con la amabilidad y belleza de su gente. Y en este pedazodel noroccidente colombiano, sinónimo en otras épocas de narcotráfico, Miguel encontró que podía vivir confortable y felizmente con su ya comprometida Adela. Antes del matrimonio viajaron a BuenosAires a conocer la familia de Miguel y traer de vuelta todos los papeles que requerían. Todo parecía un final feliz para la pareja..
Y fue entonces cuando las autoridades decidieron no renovar la...
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