Fumar, Vicio Estupido

Esta opinión ha sido evaluado como muy útil de media por 40 miembros de Ciao 

Creo que probablemente lamentaré escribir esta opinión. Enfrento el con ella el poder de los fumadores, y de todos aquellos que viven de hacer que otros fumen, lo que es siemore arriesgado.

Aclaro que no es una opinión sobre ese libro, que no conozco, sino sobre la situación del tabaco en nuestra sociedad, y sobrelas normas de inmediata aplicación que pretenden erradicar su uso en determinados entornos.

Empezaré por exponer los argumentos que escucho entre los defensores del uso del tabaco sin restricciones de ningún tipo.

El primero siempre se acoge al legítimo ejercicio de la libertad individual. Los fumadores defienden su derecho a elegir si desean fumar o no, como individuos libres y adultos queson. Afirman que existen infinitas sustancias tóxicas en el planeta, y que cada persona tiene derecho a elegir cual o cuales entre estas sustancias son idóneas para ser consumidas por los adultos responsables de su propio destino. En esta visión, los poderes públicos (o privados) no están facultados a impedir el pleno desarrollo de este sagrado derecho individual. El prohibir el tabaco es portanto una intromisión insidiosa, mojigata e hipócrita en la libertad de los individuos.

Refutar este argumento es insultantemente fácil. Existen dos argumentos que lo invalidan si dificultad.

El primero (y para mí más relevante), es recordar algo que todos sabemos, pero que muchos ignoran deliberadamente para no estropear este nirvana de la libertad que los prohibicionistas supuestamenteamenazan. Es el hecho de que todo fumador impone a su entorno el humo de su tabaco. Quiero repetir esa palabra, que para mí es crítica en este debate. IMPONE. Sí, amigos, repetid conmigo cien veces: Impone. Impone, impone, Impone. Todas las personas que rodean al fumador son obligadas por éste, lo quieran o no, a inhalar el humo de su tabaco. No deja de ser grotesco defender la libertad de obligar aotros a hacer lo que no desean.

Es también interesante, para reforzar este argumento, recordar la Historia. Ante la sensibilización social que se empezó a extender en los años 70 del pasado siglo, las empresas tabaqueras iniciaron investigaciones sobre cigarrillos sin humo. Eran cilindros calientes que producían la misma sensación de aspirar humo, y dispensaban las mismas sustancias que contieneel tabaco. Esa línea de investigación fué desechada. Los fumadores claramente rechazaban el producto. Era (es) esencial para su experiencia el producir humo. Además, ese producto mostraba descarnadamente la evidencia del cigarrillo como mero dispensador de sustancias tóxicas y adictivas, es decir: drogas ...

La segunda refutación es igualmente evidente, contundente, e ignorada. La realidaddemuestra descarnadamente que los fumadores (o al menos una muy sustancial mayoría de ellos) no son adultos libres que eligieron fumar con perfecta información, tras evaluar maduramente todas las opciones. Mayoritariamente adquirieron el hábito cuando eran menores de edad. Influidos por las campañas directas e indirectas de las tabaqueras (compañías mayoritariamente norteamericanas, por cierto). ¿Cómopodemos defender el derecho de las multinacionales norteamericanas a intoxicar de por vida a nuestros menores de edad? ¿Es esa una manifestación de libertad, o un terrible e ilícito caso de generación de dependencia, en edades en las que los ciudadanos están mucho más indefensos?

La segunda línea de defensa del tabaco es económica. Los fumadores pagan impuestos. El tabaco genera puestos detrabajo. Es por ello una actividad de interés social. Es por tanto tan hipócrita como injusto que el mismo estado que se lucra de los bolsillos de los fumadores pretenda restringir su actividad.

Refutar este argumento es igualmente sencillo. Nadie puede negar que cualquier actividad (incluyendo las más abyectas) genera lucro, puestos de trabajo e impuestos. Toda transacción económica produce...