Fundamentos Cristolog a DSI 2011 s ptima lecci n
Diplomado de Doctrina Social de la Iglesia
Curso: Fundamentos de Cristología
Docente: Giovanni Paccosi
Tema siete
Extracto de:
Luigi Giussani, Los orígenes de la pretensión cristiana, Madrid 2001
Capítulo Octavo
LA CONCEPCIÓN QUE JESÚS TIENE DE LA VIDA
1. Premisa: una educación en la moralidad necesaria para comprender
1) El valor de una persona no locaptamos directamente, como si lo viésemos. La intimidad de una persona sólo se deja comprender en la medida en que se revela, y se revela a través de sus «gestos», como también a través de los signos. Se los podría comparar con esos síntomas que para el médico son manifestaciones de una realidad no perceptible directamente a su observación. Cuanto más genial es el médico, más capacidad tiene devalorar los síntomas.
Igualmente, para captar y juzgar el valor de una persona a través de sus gestos hace falta «una genialidad» -una «genialidad humana»-. Se trata de una capacidad psicológica más o menos desarrollada o más o menos favorecida. Se compone de tres factores: la sensibilidad natural, una educación realmente completa y la atención.
2) En concreto, para comprobar la plausibilidad deun hecho inherente a una personalidad moral y religiosa hay que tener una genialidad moral y religiosa que nos permita interpretar los gestos de esa persona como signos significativos en ese preciso sentido.
Pero preguntémonos: ¿qué es la moral? La moralidad es la relación entre el gesto y la concepción del todo que está implicada en él. Realmente el hombre se mueve siempre con una dimensiónuniversal —implícita o explícita, consciente o inconsciente—. Por tanto, la capacidad de la que estamos hablando no está necesariamente medida por el nivel de santidad o de irreprensibilidad ética; sino que, al estar en juego la relación elemental de lo particular con el todo, es más definible como apertura original del ánimo; como una actitud original de disponibilidad y de dependencia, no deautosuficiencia; como una voluntad de afirmación del ser, no de uno mismo.
Éticamente todo esto se expresa como una vivencia de confrontación de nosotros mismos con un ideal que nos supera; por lo tanto, como humildad que vive en el esfuerzo de mejorar, de «superar-se», y que se expresa en un deseo sincero o al menos en el malestar por el propio mal.
Se trata del sentimiento propio de la criatura,es decir, del ser en cuanto que es dependiente; es la raíz misma de la religiosidad. De modo que la opción más dramática de nuestra libertad, y la condición de esa capacidad de comprobación de la que estamos hablando, se sitúa en las profundidades de nuestro ser: es una elección entre autosuficiencia y disponibilidad; entre esa tendencia decisiva a cerrarse, que impedirá la comprobación de loshechos e impedirá por tanto entender y se convertirá finalmente en irreligiosidad, por una parte, y, por la otra, esa sencillez natural vivida que, con el tiempo, dará sus frutos de conocimiento y permitirá a la inteligencia y al corazón abrirse de par en par a los hechos.
3) Jesús advierte continuamente en el Evangelio de la necesidad de eso que hemos llamado genialidad moral para poderlecomprender, y observa cómo el hábito de una actitud autosuficiente, no disponible, hace imposible percibir el valor revelador de lo que él hace. Desde la afirmación trágica de Juan («En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él, pero el mundo no le reconoció. Vino entre su gente, pero los suyos no le recibieron»1), a las palabras que siguen al encuentro con Nicodemo («Y la condenación está en que vinola luz al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios»2), todo el comienzo del cuarto evangelio introduce el drama que Cristo vivirá con la...
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