Fundamentos filosófico-antropológicos de la fidelidad y el compromiso
Miguel García-Baró (Universidad Pontificia Comillas, Madrid)
§ 1 El deber universal de buscar la verdad
No hay ningún problema de la antropología filosófica que podamos acometer enteramente, con alguna perspectiva de dilucidarlo, si no descendemos primero a las bases descriptivas que nos ofrece la filosofíafenomenológica de la existencia.
La primera gran afirmación que ésta propone dice sencillamente que es preciso para todos los hombres edificar la vida sobre la verdad, de modo que a nadie, sean cuales sean las circunstancias históricas y culturales que le toquen, le está permitido pasar su vida sin intentar retroceder hasta las fuentes de donde brota, en la experiencia original y en primera persona delsingular, el sentido de las verdades que de hecho acepta en su existencia cotidiana. Ya Sócrates, el primer pensador existencialista, decía que el hombre no puede vivir una vida sin examen: no que no le sea digna una vida así, sino que no le es posible.
Nos estamos acostumbrando de mil maneras a desoír este imperativo universal y categórico, pero urge que despertemos de nuevo plenamente a suverdad. Y es que la existencia humana está tejida de acciones, que siempre vienen a ser (esta enseñanza procede de Kant) consecuencias de opciones generales, las cuales, a su vez, derivan de actitudes globales ante sectores de la vida y, finalmente, de un modo básico de hallarse el hombre instalado en ésta. En todos estos niveles –he diferenciado sólo cuatro para simplificar, pero en concretoseguramente se nos ofrecerían en número mayor-, una opción o el adoptar una actitud, una acción o la postura general que tomamos ante la vida, son, además de acontecimientos y procesos, afirmaciones o tesis. Porque creemos determinada presunta verdad es por lo que decidimos hacer lo que hacemos. En el fondo de las actitudes hay creencias, y los contenidos de las creencias son siempre susceptibles deverdad o falsedad.
En otras palabras: sin verdad no hay existencia humana, pero, en principio, tomar algo como verdad no se hace porque se haya analizado cuidadosa y personalmente una tesis y se haya encontrado que, en efecto, es verdadera o, al menos, muy probable. La lastimosa condición del hombre como sujeto teórico, que expresa algo tan parecido a la consecuencia del pecado original como para queHeidegger, por ejemplo, la denomine caída en lo impropio, es que no somos personal y responsablemente nosotros, de manera activa, reflexiva y libre, quienes pasamos a creer lo que merece la pena de ser creído, sino que la mayor parte de este trabajo teórico fundamental se nos da hecho y nos lo tragamos, por decirlo con una metáfora socrática, todo él ya preparado y hasta masticado. Más que creeryo mismo aquello que se ha convertido palpablemente en el suelo de verdad de mi existencia acto por acto, actitud por actitud, hábito por hábito, me lo han dado ya creído. Creo como creo porque se cree así en la comunidad en la que me muevo. Y de hecho los conflictos y crisis no proceden muchas veces de que alguien empiece, como el individuo que es y que debería comenzar de una vez a ser, arealizar la criba de las verdades recibidas, sino que tienen más bien su origen en que, como es propio de sociedades desestructuradas, nos movemos al mismo tiempo entre más de un círculo de creencias, y lo que aceptamos en un sitio no nos da el pase para otro que también nos interesa. Y así, o tenemos mil caras, según dónde nos encontremos en cada hora, o caemos en depresiones y enfermedades del alma,porque nuestra guarida de creencias se descompone en cuanto le da un soplo de aire extranjero.
Pero sigue siendo inconmovible verdad acerca del hombre que hace éste lo que hace porque cree lo que cree; y como sólo las acciones, las opciones, los hábitos y las actitudes nos acercan o nos alejan de la plenitud posible de nuestra existencia, depende ésta de la solidez de las verdades sobre las...
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