Funeral exquisito
Hugo Rodríguez
¡Ay, patroncito! ¿Por qué se me murió? Tanto que le estuve cuidando las espaldas y se me fue sin darme cuenta. Yo no me trago ese cuento demuerte natural, basta con ver a los presentes para percibirles el gusto por el dinero, aunque esté manchado de sangre. Tengo olfato de sabueso y eso lo distingo con facilidad. Seguro que másde uno está gozando en su interior por su partida. Pero ya verá jefe cómo llego al fondo de este asunto y descubro al matón o matona. Se lo juro por mi madrecita santa. Le voy a tirar suteatrito. Muerte natural… mis pistolas.
Yo si le quería de corazón, porque usted era como un padre para mí. Todas sus atenciones las llevo en mi alma. De verdad, jefecito, nadie me habíatratado con tanto respeto como usted lo hizo desde que me contrató. Y eso se agradece y se paga con lealtad. Usted sabe que yo participé en todas sus andanzas y parrandas y que nunca lodenuncié. Soy como su socio y me llevaré esos secretos a la tumba. Verdad de Dios ¿Para qué manchar un nombre tan honrado como el suyo?
Ay, señor, si pudiera ver a estos chupasangres que dizque lelloran, segurito que se levantaba de su cajón y se los cacheteaba; y yo también me los surtía con una dotación de palos para que se les quite lo ridículo. Lágrimas de cocodrilo. Qué la tierrase los trague por hipócritas. Pero hay un Dios que nos ve desde el cielo y nos hará justicia. Don, usted que ya está allá en su gloria, y que tiene acceso a información privilegiada; échemela mano y procúreme una señal para ponerle el guante al que lo mando enfriar. Usted nomás déjemelo un ratito y verá como le hago pagar las culpas propias y ajenas. Se va a arrepentir hasta dehaber pensado mal de usted.
Mi jefe, ahí le encargo que no se olvide de mi; así como yo lo cuidé y honré en la tierra, ahora usted cuídeme desde las alturas. Sigo a sus sagradas órdenes.
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