Furia en el cielo

SWSG / 039 - 7
por Gabriel Bárcenas.

Cuando recobré el conocimiento todo parecía volteado de cabeza. El tableteo de las ametralladoras aún se escuchaba con intensidad, varios impactos todavíagolpeaban en el vehículo. Revisé el cargador de mi MK-23, estas armas europeas pueden disparar aún bajo el agua, pero con sólo tres balas sirven de muy poco. Las cosas estaban pasando muy rápido yentendía que era inútil pedir un apoyo que nunca llegaría, aún así intenté alcanzar el auricular del radio, pero cuando lo tuve en mis manos comenzaron a botar chispas por debajo del tablero. A través delparabrisas resquebrajado pude ver que llovía con cierta intensidad, y caí en la cuenta de que ese penetrante olor era de gasolina. El cinturón de seguridad oprimía mi pecho y no podía zafarlo; en esemomento pensé: “La buena noticia es que sí el tiroteo continúa quiere decir que aún ofrecemos resistencia”. A modo de arma de seguridad, portaba sujeto a mi pierna derecha un muy bien afilado cuchilloque usé para cortar el cinturón. Al mismo tiempo que caí en el toldo de la camioneta volcada llantas arriba se hizo un desconcertante silencio. Las ganas de lastimar a alguien gritaron desde el fondode mis entrañas: “¡levántate!, ¡rápido!”.

Quité los pedazos de vidrio que aún colgaban de la ventanilla y me arrastré. Con medio cuerpo fuera de la camioneta, mire hacia la derecha y vi unapatrulla quemándose. “Le deben haber disparado con un bazooka”, pensé. Cerca había un cuerpo tirado en el asfalto, a su lado un arma larga que no alcancé a identificar, de cualquier modo estaba fuera de mialcance. Toqué mi cabeza y en mi mano quedó embarrada una sustancia viscosa, pegajosa. Miré a la izquierda, el uniforme, las botas negras y las siglas bordadas con hilo dorado no dejaban lugar a dudas,intente voltear hacia arriba para ver el rostro del próximo policía que iban a encontrar muerto después de haber sido torturado, pero sólo recuerdo haber visto una serie de letras y números...