La espada oscura Kevin J. Anderson La guerra de las galaxias Star Wars La espada oscura / Kevin J. Anderson traduccin de Albert Sol. -- Barcelona Martnez Roca, 1996. -- 382 p. 22 cm. -- (La guerra de las galaxias) Traduccin de Darksaber DL B 22763-1996. -- ISBN 84-270-2121-6 I. Ttulo. II. Serie Star Wars TATOOINE 1 Los banthas avanzaban en una larga hilera, dejando nicamente un estrechosendero de pisadas a travs de las dunas. Los soles gemelos descargaban su abrasadora luz sobre la comitiva. Oleadas de calor ondulaban como escudos de camuflaje, volviendo borrosa la lejana y convirtiendo el Mar de las Dunas en un verdadero horno. Las criaturas indgenas buscaban refugio en cualquier sombra que pudieran encontrar hasta que la tempestad de fuego de la tarde se fuera disipando poco apoco para convertirse en el ms fresco crepsculo. Los banthas se movan sin hacer ningn ruido aparte de los crujidos ahogados de su caminar sobre la arena. Envueltos en tiras de tela, los incursores tusken montados sobre las enormes y peludas bestias volvan la mirada de un lado a otro en una continua vigilancia. Envuelto desde la cabeza hasta los pies en vendajes, y aun as todava no muy seguro de queel disfraz fuese efectivo, Han Solo mir por los estrechos tubos metlicos que servan para proteger sus ojos de las partculas que flotaban en el aire. Un filtro metlico corrodo por la arena cubra su boca. El filtro contena un pequeo humidificador interno para hacer que el abrasador aire de Tatooine fuera un poco ms respirable. El Pueblo de las Arenas contaba con diminutos ventiladores incrustados ensus vestimentas del desierto. Slo los ms fuertes sobrevivan para llegar a la edad adulta, y se enorgullecan de ello. Han cabalgaba sobre su bantha, esperando pasar desapercibido en el centro de la fila. La bestia peluda se bamboleaba de un lado a otro con cada paso, y Han trataba de no agarrarse a las curvas de sus cuernos en espiral ms a menudo de lo que lo hacan los otros incursores tusken. Lasprotuberancias seas de la espalda del bantha estaban cubiertas de mechones enmaraados, y la incomprensiblemente delgada silla de montar haca que el viaje resultara casi insoportablemente incmodo. Han trag saliva, tom otro sorbo de su preciada agua y reprimi una queja. Despus de todo, aquella loca sugerencia haba partido de l. Sencillamente no haba esperado que Luke Skywalker estuviera de acuerdo,y Han se encontraba atrapado en su propia trampa. La misin era vital para la Nueva Repblica, y tena que seguir adelante. El incursor que abra la marcha murmur una orden a su bantha para que fuese ms deprisa. La hilera sigui avanzando sobre los finos granos de arena, movindose en una serpenteante progresin a lo largo de la cima de una duna que se alzaba como un gigantesco centinela en el ridoocano. Han no fue consciente de las enormes dimensiones de la duna hasta que llevaban casi una hora de ascenso sin llegar a la cima. Los rayos de los soles gemelos se volvieron todava ms calientes, si es que tal cosa era posible. Los banthas tosan y resoplaban, pero el Pueblo de las Arenas estaba decidido a alcanzar su objetivo. Han trag saliva, intentando aliviar la sequedad de su garganta reseca.Lleg un momento en el que no pudo permanecer callado por ms tiempo y empez a hablar en susurros por el transmisor de onda corta implantado en su mascarilla respiratoria. Qu est pasando, Luke pregunt. No s qu traman, pero me da mala espina. Luke Skywalker tard un momento en responder. Han vio cmo el delgado jinete que avanzaba dos banthas por delante de l se pona un poco ms erguido Luke parecasentirse mucho ms cmodo con su disfraz que Han. Luke haba crecido en Tatooine, naturalmente, pero cuando por fin le respondi a travs del receptor vocal que Han llevaba en la oreja, la voz del joven pareca estar llena de cansancio. No tiene nada que ver con nosotros, Han dijo. Algunos jinetes del Pueblo de las Arenas tenan vagas sospechas, pero todava no las han centrado en nosotros. Estoy utilizando la...
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.