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La intensidad de las pláticas que sostenían Demian y Sofía, desde hace días, aumentaba. Ya las horas que gastaban dialogando sobre estrategias para salir victoriosos de su videojuego favorito eran totalmente nulas. Ocasionalmente, salía a flote algún enfoque filosófico en sus conversaciones, pero aquello era originado en su mayoría por alguna tarea que le encargaban a Sofía en el instituto, yera de especial interés cuando abordaban el tema de religión. Definitivamente, sus conversaciones habían tomado un tono pícaro, rayando lo erótico. A ella sólo le faltaba gemir de lo fascinada que la ponían aquellas aventuras de adolescente que Demian le contaba, y éste, como buen caballero, no presentaba la más mínima oposición al momento de relatar aquellas travesuras clandestinas del día a día, yeran de mayor agrado para la “niña mala”, como solía llamar Demian a Sofía, por el hecho de ser con una persona mayor que él, con los consabidos riesgos, mentiras, secretos, escapes improvisados y, sobre todo, el interés de estar con una persona mayor. Cada vez cuestionaba más y más, no quería quedarse con ninguna duda de lo que Demian había hecho en años pasados. De alguna manera, le parecíainconcebible que hubiese hecho eso el “niño bueno”, como replicaba a la muletilla que tenía Demian hacia ella; aquel muchacho calmado en su actuar, serio hacia los demás, educado al hablar, responsable hacia sus deberes, pero sobre todo, de quien el segundo rasgo más largo en su cara era su sonrisa, que procuraba traerla de oreja a oreja, y que sólo era sobre pasada por su alborotada melena. ¿Cómohabía podido el niño bueno hacer aquello? Aunque ya no le importaba la veracidad de sus palabras, sólo quería saber que seguía después. Y ésos relatos parecían no tener fin. En efecto, la única manera de detener la historia de Demian era que Sofía interviniera para contar las suyas. Y, de igual manera, eran muy bien recibidas por él, quien escuchaba atentamente, siempre sosteniendo una mochila sobresus piernas, para evitar ser descubierto. Le encantaban las historias de la pequeña Sofía, aunque no podía evitar que se marchitara su sonrisa cuando ella se relataba algo triste, o que la hiciera sufrir en el pasado. Claro, pero era cuando el caballero volvía a retomar la palabra, y decía cualquier cosa, por más cursi que sonara, sólo con tal de ver a la niña mala sonreír de nuevo.
Y no habíavuelta de hoja. Tenían una amistad totalmente diferente a cuando empezaron a hablarse. Ahora difícilmente Demian la vería con aquella inocencia que le cautivó al ritmo de los rebotes del defectuoso camión donde se conocieron, que se asemejaba a un relajante paseo en la playa, yendo de arriba a abajo a causa del vaivén de la marea, claro, con la diferencia de que no había una brisa fresca queacariciara seductoramente sus cabelleras, como suele verse en el arte Hollywoodense. Aunque eso no afectaba negativamente para que fuese un momento inolvidable en la historia de Demian. Sin embargo, ese nuevo enfoque no era del todo malo desde su punto de vista. Todo por el contrario, sentía más atracción que antes. Más, cada vez más.
Deseaba que aquellos albures fuesen realidad, aunque no se hacíamucha ilusión. Él sabía que estaba en la temida “friend zone”, de donde la mayoría de los varones no salían bien parados, y de donde sabía, de antemano, que era muy difícil salir. Pero de los sueños no se libraba, unas muy dulces noches le otorgaba, pero amargas eran las solitarias madrugadas.
Platicando con ella vía internet, una tarde cualesquiera, Sofía invita a Demian a su casa para charlar. Elmotivo, contarle una por una las cualidades de su novia, y porque ella la hacía tan feliz, pero, y lo que quedó más marcado en el corazón de Demian fue:
-Demian, quiero un abrazo tuyo.
Era muy bien conocido que los abrazos de Demian eran de los mejores que podrías recibir. Estaban llenos de amor, consuelo, alegría, esperanza, perdón. Aptos para toda ocasión y cualquier situación, con su...