Gabriel
Nací como cualquier otro niño, viviendo en la ignorancia de toda aquella realidad. Pero lo cierto es que hacía tiempo que había comenzado a sospechar. Mi familia, padres, y demás, no eran más que monstruos con apariencia humana que ocultaban su horrible aspecto negro y viscoso detrás de aquellas estúpidas máscaras. Sus palabras hipócritas y desconcertantes nunca consiguieron engañarme.Yo sin embargo les seguía el juego, fingiendo no enterarme de nada, y lo cierto es que nunca me cayeron bien. Me los imaginaba allí, reunidos, y aprovechando mi ausencia, descubrían su verdadero aspecto riéndose a carcajadas. Traté de espiarles en múltiples ocasiones, pero lo cierto es que nunca llegué a descubrir cómo eran en realidad. Me bastaba con observar aquella mirada brillante ymalintencionada y su sonrisa, incapaz de ver con mis propios ojos, pero que escondían detrás aquellas estúpidas máscaras.
Poco a poco fui dándome cuenta de la situación. El conserje del colegio, movía su manojo de llaves de manera nerviosa y estridente. Su mirada penetrante le delataba. Siempre supe que era una de ellos, desde el primer instante en que le vi.
Hablaban entre ellos, nunca supe que planespodían tener para mí y los demás y así, con esa agonía y sentimiento, fui pasando aquellos primeros años de mi vida.
Tal vez se me pueda acusar de desconfiado, pero es que jamás pudieron engañarme.
Estudié, como pude, crecía descubriendo cada vez más número de ellos. Estaban esparcidos por toda la población, mezclándose entre la gente como si tal cosa, nadie parecía sospechar, excepto yo.Pasó el tiempo. El número de aquellos se agrandaba por momentos y acabé sospechando de casi todo el mundo. Era difícil fiarse de la gente. Me hubiera gustado tener un método práctico para delatarles. Siempre observaba a la gente antes de hablar con ella. No podía confiar en nadie y mucho menos contarles mi secreto.
Mi imaginación infantil me llevó a pensar primeramente que no eran más quealienígenas controladores de la civilización y que querían colonizar la tierra. Lo cierto es que el número de ellos parecía incrementarse de manera alarmante hasta el punto de que llegué a dudar de casi todas las personas que me rodeaban.
Toda mi obsesión me llevó a continuar por el camino de las ciencias, intentando encontrar algún remedio a aquello que me perturbaba y de lo que estaba totalmenteconvencido.
Pensé que aquel masivo incremento en su especie podría tener un carácter contagioso, transformante. No descartaba ninguna de las posibilidades, y mientras mi cabeza se llenaba de más y más temores, me dediqué en cuerpo y alma a encontrar una explicación científica al problema aprovechando las instalaciones de aquella base científica donde trabajaba. Mi obsesión crecía y crecía por momentos.Cada vez me parecía descubrir más sospechosos, todos estaban siendo cómplices de mí y llegué hasta el punto de no querer ningún contacto con personas ajenas por miedo a que pudieran estar infectadas.
Me aterraba pensar convertirme en uno de ellos, lo que me llevó incluso a desechar todo medicamento que me suministraban, aquellos médicos hipócritas.
Tal vez tuvieron conocimiento de mi sospechay ahora querían acabar conmigo.
Caí enfermo, pero me negué a que me ingresaran. No quería que me tocaran con sus apestosas manos, e incluso me obligaron a la fuerza. No permití ningún tipo de transfusión de sangre, y llegaron a encerrarme, incluso con el consentimiento de algunos amigos míos. Paranoias, decían. Todo aquello lo que tanto tiempo temí, no eran más que simples consecuencias de milocura.
¡Pobres ignorantes!, no se imaginaban el peligro que corrían y nunca me creerían si trataba de explicárselo.
Así que allí me encontraba yo, atado por ambos brazos por una camisa de fuerza que me retenía mientras sudores fríos brotaban por mi cuerpo por el miedo a lo que me iban a practicar.
Terapias, inyecciones, absurdas palabras falaces que no podían convencerme de mi más...
Regístrate para leer el documento completo.