gaia III
Pero como la paz es muy flaca nos hemos construido un poncho antibalas hecho con sonrisas, y como la civilización moderna
tiene Alzheimer hemos querido recordar a los hermanos del sol, del ciervo y de la pradera en esta modesta obra.
El espíritu de los incas, mayas, yaztecas nada en la sangre de estos rockeros españoles, que avergonzados por los crímenes que
cometimos hace más de quinientos años, hemos querido pedir perdón a nuestros hermanos americanos con esta trilogía.
El primer poema de la historia nació con la primera sonrisa de la primera mujer que habitó la tierra y el primer poeta fue el
hombre que perdió a esa mujer. La soledad tiene labios de mujer.Para nosotros América es esa sonrisa y esperamos no perderla
nunca. >.
¡¡We must be over the Rainbow!!
Barakaldo (Biskaia), 27 de enero de 2010
Egipto. 1922
diaba transpirar, odiaba esa sensación de húmeda
incomodidad que le hacía añorar el viento de su fría
ciudad en Inglaterra. Pero si algo le desesperaba era
ese barrillo que se formaba en su piel al añadir polvo a
aquellasdetestables gotas de sudor. Llevaba cerca de cinco
años arañándole a la Tierra vestigios del pasado sin éxito,
robándole al desierto capas de polvo, misterio y arena toneladas de arena-...
Howard Carter había dedicado más de media vida al
descubrimiento y conservación de tesoros y tumbas reales en
Egipto. Pero una idea fija le hacía seguir en su empeño de no
tirar la toalla. Estaba convencido quela tumba del faraón
adolescente yacía en aquél valle -El Valle de los Reyes-.
Fue aquella mañana del veintidós de noviembre cuando por fin
la Tierra decidió premiar el esfuerzo de Carter y dejó
entrever una entrada semiderruida dentro de las tripas de
aquél desierto milenario. Parecía como si aquél valle hubiera
engullido toda prueba de aquella puerta a otra forma de
entender la vida, aotra forma de entender la muerte.
Tras dos años de duros trabajos para rescatar la tumba de
Tutankamón de su cárcel de arena, por fin pudieron robarle
a la Tierra el fabuloso tesoro que escondía en su interior.
Los tesoros que yacían en aquella tumba eran de una
magnificencia realmente fuera de lo humano. A la multitud de
piedras preciosas, joyas y utensilios de fina cerámica, había
queañadir más oro del que cualquier mortal pudiera imaginar
junto. El resplandor que producía el reflejo de aquél
codiciado metal era similar al tinte de luz con el que baña el
sol a cualquier amanecer en el valle.
Y sin embargo, el momento más emocionante y remunerador
tendría que venir dos años después, el 3 de febrero de 1924,
cuando Carter y su cuadrilla finalmente abrieron la puerta en
laúltima cámara, la dedicada a la tumba del faraón
especialmente. Un grito de admiración escapó de la garganta
en los pocos presentes. Estaban ante un masivo ataúd de
granito de más de nueve pies de largo. Dentro del ataúd había
otros tres más pequeños que a su vez se fijaban uno en el
otro con pasmosa precisión. Los dos exteriores hechos de
madera con incrustaciones de oro y piedras preciosasen la
parte interna. Y el tercero y último conteniendo los restos
Eso hacía que Carter tuviera que mantener continua vigilancia
veinticuatro horas al día sobre su descubrimiento. Pero aún
más que los tesoros había algo que atraía la morbosidad de la
multitud. Se corría entre los egipcios una leyenda. Se decía
del Faraón adolescente hecho de oro sólido. Allí estaba el
cuerpo momificadodel faraón Tutankamón. Su rostro
cubierto con una máscara que semejaba sus facciones
que todo aquél que violara la tumba del faraón Tutankamón
encontraría la muerte por su profanación. Una maldición
ancestral, mítica y horrenda que escapaba de las gélidas
aniñadas y también de sólido oro. Carter y sus obreros no
constituían los primeros violadores de la tumba. A las claras
se veía...
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