GALILEO

Parece ser que lo que viene a continuaciones mas leyenda que realidad, pero se ajusta a tan bien al carácter del joven Galileo que merece serverídico, y quizá incluso los es. Los historiadores no se ponen de acuerdo. La verdad es que no queda documentación del asunto, aunque debió de existir. Elcaso de Galileo convoco por escrito a toda la comunidad universitaria al pie de la famosa torre de Pisa, ya muy inclinada por aquella época. ¡Porprimera vez en dos mil años se iba a demostrar (demostrar, si) qué Aristóteles se había equivocado! ¡Quien iba a faltar a semejante convocatoria? Allíestaban los jaraneros y los adultos profesores, sobres todo de filosofía, que además eran mayoría.
Galileo desde el primer piso de la torre y con tresbolsas llenas de bolas de plomo, explico a voz en grito que Aristóteles, haciendo uso de conceptos usuales y cosa así, había establecido que la velocidadde caída de cuerpos era proporcional a su peso. “¡Observen, señores! En esta bolsa hay tres bolas de plomo de distintos tamaños, o sea de pesosdiferentes. En esta otra también hay bolas de plomo, pero todas iguales; y esta ultima, bolas de madera del mismo tamaños que otras. Todo ello podráncomprobarlo recogiendo las bolas ahí abajo, por que las voy a tirar de dos en dos desde lo alto de la torre, ¡sostengo que todas llegaran al suelo al mismotiempo!” La multitud estaba expectante. En cuanto Galileo llego al ultimo piso de la incierta torre grito, son recobrara el resuello: “¡Ahí van!”