Gallito Jazz
TODOERA agitación en el gallinero. Las gallinas viejas, los pollos nuevos y hasta algúnpato intruso comentaban el acontecimiento del día: los polluelos estaban rompiendo el cascarón y, uno a uno, se asomaban tímidamente a la luz del día. Eran hermosísimos, parecían motas de algodónamarillo, con los ojazos negros y sus patitas debiluchas. Mamá Gallina los recibía sonriendo y, amorosamente, los cobijababajo sus alas, para darles calor y protección. Mientras, Papá Gallo esperabaansioso afuera, pues, a pesar de lo fiero y autoritario que era, no se atrevía a entrar a ver la escena y comprobar que todo transcurriera en orden y sin problemas. Pero la verdadera causa de su ansiedadno era el nacimiento de sus hijos en sí, después de todo, ya había pasado por esto treinta y dos veces, sin
TODO ERAagitación en el gallinero. Las gallinas viejas, los pollos nuevos y hasta algúnpato intruso comentaban el acontecimiento del día: los polluelos estaban rompiendo el cascarón y, uno a uno, se asomaban tímidamente a la luz del día. Eran hermosísimos, parecían motas de algodónamarillo, con los ojazos negros y sus patitas debiluchas. Mamá Gallina los recibía sonriendo y, amorosamente, los cobijaba bajosus alas, para darles calor y protección. Mientras, Papá Gallo esperabaansioso afuera, pues, a pesar de lo fiero y autoritario que era, no se atrevía a entrar a ver la escena y comprobar que todo transcurriera en orden y sin problemas. Pero la verdadera causa de su ansiedadno era el nacimiento de sus hijos en sí, después de todo, ya había pasado por esto treinta y dos veces, sin
TODO ERAagitación en el gallinero. Las gallinas viejas, los pollos nuevos y hasta algúnpato intruso comentaban el acontecimiento del día: los polluelos estaban rompiendo el cascarón y, uno a uno, se asomaban tímidamente a la luz del día. Eran hermosísimos, parecían motas de algodónamarillo, con los ojazos negros y sus patitas debiluchas. Mamá Gallina los recibía sonriendo y, amorosamente, los cobijaba bajo susalas, para darles calor y protección. Mientras, Papá Gallo esperabaansioso afuera, pues, a pesar de lo fiero y autoritario que era, no se atrevía a entrar a ver la escena y comprobar que todo transcurriera en orden y sin problemas. Pero la verdadera causa de su ansiedadno era el nacimiento de sus hijos en sí, después de todo, ya había pasado por esto treinta y dos veces, sin
TODO ERA agitación en elgallinero. Las gallinas viejas, los pollos nuevos y hasta algúnpato intruso comentaban el acontecimiento del día: los polluelos estaban rompiendo el cascarón y, uno a uno, se asomaban tímidamente a la luz del día. Eran hermosísimos, parecían motas de algodónamarillo, con los ojazos negros y sus patitas debiluchas. Mamá Gallina los recibía sonriendo y, amorosamente, los cobijaba bajo sus alas,para darles calor y protección. Mientras, Papá Gallo esperabaansioso afuera, pues, a pesar de lo fiero y autoritario que era, no se atrevía a entrar a ver la escena y comprobar que todo transcurriera en orden y sin problemas. Pero la verdadera causa de su ansiedadno era el nacimiento de sus hijos en sí, después de todo, ya había pasado por esto treinta y dos veces, sin
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