Galo Gerrero

SÍSIFO
Galo Guerrero Jiménez
Pasado el mediodía, se puso a buscar el gancho: lo encontró tras la puerta de la cocina. Colgó los baldes y bajó a toda carrera por la guardarraya llena de baches y polvo hasta llegar al canal de riego. Se había acostumbrado a esta labor. Todos los días después de la escuela, ya sabía su oficio. Bajaba silbando y pateando piedras. Una que otra vez se metía alcañaveral, desprendía de raíz una caña, se sentaba a la orilla de la guardarraya y a punta de mordiscos sólo dejaba un montoncito de bagazos que luego los distribuía cuidadosamente, simulando un corral con ellos. Dentro del pequeño círculo introducía piedrecitas, pequeños trozos de ramas secas o cualquier cosa con qué entretenerse. Cansado de jugar, pisoteaba lo que había hecho, tomaba losbaldes y el gancho, y silbando canciones que no lograba entonar muy bien, proseguía el camino.
Llegó al canal. El nivel del agua había bajado. El sol quemaba fuerte.
Fue a sentarse a la sombra de un algarrobo. Dejó de silbar y observó el extraño movimiento de los peces que graciosamente se desplazaban en el agua. Al mirarlos tan vivaces no resistió la tentación de jugar un momento con ellos.Arrancó una rama de jenairo sobre la superficie. Los peces llegaban hasta la punta del delgado tallo y al instante se regresaban asustados. Se emocionó con el juego, le parecía muy divertido. Por buscar una mejor posición, sus nalgas toparon con la pared del canal y perdió el equilibrio. Dio algunos chapuzones hasta que pudo levantarse.
El agua le llegaba a las rodillas. Miró en torno suyo,los peces ya no estaban.
Subió apresurado las gradas del canal. Se paró en el borde, cruzó los brazos a la altura del pecho y se quedó inmóvil mientras el agua chorreaba por sus ropas. El sol brillaba por encima de los cañaverales y en la guardarraya la atmósfera temblaba en un sinnúmero de reverberaciones, que como volutas de humo se elevaban desde el suelo hasta cierta altura. En laposición en que estaba se quedó observando el efecto que el sol causaba en el ambiente y que lastimaba sus ojos hasta fruncir el ceño. Se distrajo al escuchar el ruido de un avión. Levantó la cabeza en dirección del aparato, y llevándose las manos en forma de visera hacia la frente, divisó como se iba elevando hasta perderse tras las colinas del oeste. Los zapatos le pesaban, los escurrió y se losvolvió a poner. La ropa le estorbaba, se quitó la camisa, la exprimió y la extendió sobre uno de los baldes y arremangándose los pantalones se puso a saltar, a boxear, a correr y a silbar. En pocos minutos quedó fatigado. Fue a descansar de nuevo al algarrobo. Pensó en el agua. Se levantó y amarrándose la camisa al cuello tomó los baldes y se metió al canal. Salió enseguida y aseguró losrecipientes en cada uno de los garfios del gancho.
Se inclinó y colocó el gancho por detrás de la cabeza, cruzado a la altura de los hombros. Torneó las manos alrededor de la vara que salía a los costados de su cuerpo. Respiró profundo y tomó fuerzas. Su cara se contrajo y con un fuerte impulso estuvo de pie. Empezó a caminar de regreso a la casa: había como unos ochocientos metros de recorrido.El peso del agua inclinaba el gancho en sus extremos, quedando como un arco en sus débiles hombros. Caminaba con más rapidez que cuando iba sin peso. Gruesas gotas de sudor resbalaban por sus mejillas. La vara le molestaba; sintió como se iban adormeciendo sus hombros. Las espaldas le ardían, el sol aún pegaba fuerte, quería rascarse, pero prefirió seguir caminando. La vara se pronunció másen su carne. Sintió un agudo dolor. Apresuró el paso, el dolor avanzaba. La guardarraya siguió en su ascenso hasta llegar a la colina en donde estaba la casa. Era una casa muy vieja, por décadas había servido como casa de hacienda. Las faldas de la colina estaban rodeadas de sapotes silvestres, pencos de tuna y matorrales. El valle estaba sembrado de vastos cañaverales que iban a perderse...