Gastronomia
La comida es un componente de la experiencia turística (es, de hecho, una parte importante del presupuesto del turista medio): simplemente como instrumento para sobrevivir y evitar caer enfermo, pero también como mecanismo para introducirse en la cultura de una región, de un país. La comida proporciona información sobre las sociedades y las civilizaciones. Con la gastronomía, es decir, con el conjunto de prácticas y normas que constituyen el arte del buen comer, se produce un cambio de dimensión, que puede llegar a hacer de la experiencia gastronómica el motivo de la elección del destino del viaje y el origen de flujos turísticos en un contexto de mundialización de las movilidades que no paran de incrementarse. En el siglo XXI, el arte del buen comer se ha convertido en un sistema que comprende al menos tres grandes tipos de actores: los cocineros, los consumidores, dicho de de otra manera, los gastrónomos, y aquellos que ponen en contacto a unos y otros, la categoría formada por los mediadores, que no para de crecer, puesto que a las tradicionales guías gastronómicas, con la guía Michelin en primera posición, y a las numerosas críticas de los medios de comunicación, se pueden añadir los blogeros y todos los participantes en redes sociales que permiten a los consumidores relacionarse directamente con otros consumidores. Estas tres grandes categorías de actores se ven afectados además por una movilidad creciente. Los chefs viajan y, en particular, los chefs europeos y americanos han descubierto recientemente Asia y hacen cada vez más una cocina que revela la influencia de productos y recetas de esta parte del mundo. Así, Yuzu, wasabi, daikon, buey wagyu, etc. están en todas partes, tanto en las grandes metrópolis como en lugares menos centrales. De forma parecida ocurre con la estetización, desigualmente exitosa evidentemente, de los platos propuestos a los clientes. Los autores de guías y de blogs gastronómicos también viajan y, más aún, los gastrónomos, que son los turistas. El éxito de la clasificación de restaurantes a escala mundial pone de manifiesto a su vez la existencia de un solo planeta culinario recorrido en todos sus sentidos por los chefs, los críticos y los clientes. Las personas, las recetas, los ingredientes viajan, pues, cada vez más. Es una constatación objetiva que es fácil de hacer, pero que es necesario profundizar y sustentar. ¿Qué sucede, por otra parte, con los sabores? 1. La gastronomía es a la vez un elemento y un indicador de la mundialización Existe actualmente, y su denominación en inglés no es en ningún modo fortuita, una “World Cuisine” que no se limita sólo a la yuxtaposición, en nuestras metrópolis, de una gran parte de las cocinas del mundo (así, en Paris, como en la mayor parte de las grandes metrópolis, se puede comer “de manera auténtica” chino When Zou o de Cantón, japonés, laosiano, tailandés, marroquí, bereber, sardo, cretense, etc). Esta “World Cuisine” se traduce, en un mismo restaurante, en la combinación de influencias variadas que lleva a una “Fusion Cuisine”, expresión de un tipo de globalización culinaria globalmente considerada como “postmoderna”. Para algunos (Sokolov, 2991), esta nueva cocina mundial tendría sus raíces en la “nueva cocina francesa”, que ha dado pie a una “nueva cocina americana”, australiana, británica etc. Una “nueva cocina francesa” que ha sido influenciada ella misma por Japón, que los chefs franceses descubrieron en los años 70. Sin embargo, la historia reciente de la alta cocina que consumimos en la actualidad aún tiene que hacerse, aunque es difícil de construir por el hecho
que no es resultado, como en otras épocas, de lo sucedido en un pequeño número de lugares ...
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