Gerald Martin Llevó A Andrew A La Oficina Regional De La U
Andrew no comprendió nada enese momento, pero en años posteriores, ya con mayor conocimiento, pudo evocar esa escena y comprenderla bajo la luz apropiada.
El robopsicólogo, Merton Mansky, escuchó con el ceño cada vez más fruncidoy más de una vez contuvo sus dedos justo en el instante previo en que hubieran tamborileado sobre la mesa. Tenía rasgos demacrados y frente arrugada, pero en realidad podía haber sido más joven de loque parecía.
—La robótica no es un arte exacto, señor Martin —explicó Mansky—. No puedo explicárselo en detalle, pero la matemática que gobierna la trama de los circuitos positrónicos es demasiadocomplicada para permitir soluciones sólo aproximadas. Naturalmente, ya que construimos todo alrededor de las Tres Leyes, éstas son incontrovertibles. Por supuesto, reemplazaremos su robot...
—Enabsoluto —protestó el Señor—. No es una cuestión de falla de su parte. Él desarrolla las obligaciones asignadas perfectamente. El punto es que también talla madera de manera exquisita y nunca dos veces lomismo. Produce obras de arte.
Mansky parecía confundido.
—Es extraño. Por supuesto, actualmente estamos probando circuitos generalizados. ¿Cree que es realmente creativo?
—Véalo por usted mismo.
ElSeñor le entregó una pequeña esfera de madera sobre la que había una escena de patio de juegos en la que los niños eran tan pequeños que apenas se distinguían, aunque armonizaban tan naturalmente con lafibra que ésta también parecía estar tallada.
Mansky se veía incrédulo.
—¿Él hizo eso? —Se lo devolvió con una sacudida de cabeza—. Puramente fortuito. Algo en sus circuitos.
—¿Puede repetirlo?...
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