Geriatria
Muchos tabúes de la sociedad atentan contra ese natural derecho a vivir el amor en la tercera edad, ya se trate de parejas establecidas o de nuevas relaciones.
«Soy unaadulta muy positiva, con muchos deseos de vivir con calidad un largo tiempo. He tratado de proporcionarme buenos ratos, desde luego según mis gustos: leo mucho, me encanta escribir y participar enconcursos, investigar, conocer… Eso me proporciona una vida activa y me ayuda a mantener la mente clara».
Así se nos presentó a través del correo una fiel lectora de Sexo Sentido cuya historiacompartimos hoy: «Un amigo me pidió que llamara a su papá, que siempre estaba amargado y peleaba por todo. Primero pensé que ese no era mi problema porque la personalidad es muy difícil de cambiar, pero me picóel bichito de la curiosidad. Comencé diciéndole: “Por favor, no cuelgue. Lo llamo porque creo que podemos conversar temas en común, entretener nuestros oídos con cosas agradables a nuestra edad eintentar tener una buena relación de amistad». Conversamos cerca de media hora y ¡sorpresa! Me pidió que lo volviera a llamar».
Desde entonces mantuvieron una amistad «de adolescentes», intercambiaronpostales por email, confesiones sobre sus vidas, proyectos… Un día él le pidió conocerla. Ella dudó: «Me arreglé mucho, pero sentí temor de que él no encontrara lo que esperaba físicamente, aunquedesde el punto de vista espiritual coincidíamos en muchas cosas».
Finalmente accedió y empezaron a visitarse, hasta que él le pidió profundizar la relación: «Comenzó entre nosotros primero lo espiritual,la sinceridad por parte de ambos, y un día me percaté de que nos necesitábamos, que era bueno tener a alguien pendiente de mí y sentir de nuevo esa ilusión que a cualquier edad hace tanta falta.«Éramos un hombre y una mujer bastante adultos y yo tenía terror a quedar mal, a que mi cuerpo ya no tan joven lo pudiera desilusionar. No sabes cuánto lo pensé, pero en lo más interno de mi ser lo...
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