GERONA DE BENITO PEREZ GALDOS

Páginas: 251 (62732 palabras) Publicado: 5 de septiembre de 2015
El gran friso narrativo de los
Episodios Nacionales sirvió de
vehículo a Benito Pérez Galdós
(1843-1920) para recrear en él,
novelescamente
engarzada,
la
totalidad de la compleja vida de los
españoles —guerras, política, vida
cotidiana, reacciones populares— a
lo largo del agitado siglo XIX.
En GERONA, si bien la peripecia de
Gabriel de Araceli prosigue en la
medida indispensable para tender unpuente narrativo entre el episodio
anterior, «Zaragoza», y el siguiente,
«Cádiz», el grueso del relato aborda

otra gesta de sufrimiento y
heroísmo,
perfectamente
entreverada con un argumento en el
que no faltan el amor, el odio, la
nota costumbrista o cómica, sobre
el fondo de la colectiva resistencia
gerundense frente al asedio de las
tropas francesas.

Benito Pérez Galdós

Gerona
Episodiosnacionales: Serie I - 07
ePub r1.1
emiferro 16.04.15

Título original: Gerona
Benito Pérez Galdós, 1874
Ilustraciones: Sres. Pellicer, Mélida,
Esteban, Ferriz y Soto a partir de la
edición del T. IV, Madrid, Administración
de La Guirnalda y Episodios Nacionales,
1883
Retoque de portada: emiferro
N. sobre edición original: Edición digital
basada en la 2.ª ed., Madrid, Imprenta y
Litografía de LaGuirnalda, 1878
Editor digital: emiferro
ePub base r1.2

En el invierno de 1809 a 1810 las
cosas de España no podían andar peor.
Lo de menos era que nos derrotaran en
Ocaña a los cuatro meses de la casi
indecisa victoria de Talavera: aún había
algo más desastroso y lamentable, y era
la tormenta de malas pasiones que
bramaba en torno a la Junta central.
Sucedía en Sevilla una cosa que nosorprenderá a mis lectores, si, como
creo, son españoles, y es que allí todos
querían mandar. Esto es achaque
antiguo, y no sé qué tiene para la gente
de este siglo el tal mando, que trastorna
las cabezas más sólidas, da prestigio a
los tontos, arrogancia a los débiles, al

modesto audacia y al honrado
desvergüenza. Pero sea lo que quiera,
ello es que entonces andaban a la greña,
sin atender alformidable enemigo que
por todas partes nos cercaba.
Y aquel era enemigo, lo demás es
flor de cantueso. Me río yo de
insurrecciones
absolutistas
y
republicanas, en tiempos en que el poder
central cuenta con grandes elementos
para sofocarlas. Aquello no se parecía a
ninguna de estas niñerías de ahora, pues
con las tropas que Napoleón envió a
España a fines del año 9 constaba de
trescientos mil hombres elejército
invasor. Los nuestros, dispersos y
desanimados, no tenían un general

experto que los mandase; faltaban
recursos de todas clases, especialmente
de dinero, y en esta situación el poder
central era un hervidero de intriguillas.
Las ambiciones injustificadas, las
miserias, la vanidad ridícula, la
pequeñez inflándose para parecer
grande como la rana que quiso imitar al
buey, la intolerancia, elfanatismo, la
doblez, el orgullo rodeaban a aquella
pobre Junta, que ya en sus postrimerías
no sabía a qué santo encomendarse.
Bullían en torno a ella políticos de
pacotilla de la primera hornada que en
España tuvimos, generales pigmeos que
no supieron ganar batalla alguna; y
aunque había también varones de mérito

así en la milicia como en lo civil, estos
o no tenían arrojo para sobreponerse alos tontos, o carecían de aquellas
prendas de carácter sin las cuales, en lo
de gobernar, de poco valen la virtud y el
talento.
Tuvo la Junta allá por Marzo el
malísimo acuerdo de establecer el
Consejo de Castilla, fundiendo en él
todos los demás Consejos suprimidos, y
cuando esta antigualla se vio de nuevo
con vida; cuando esta máquina roñosa,
inútil y gastada se encontró puesta otra
vez enmovimiento, allí era de ver cómo
pretendía gobernar el mundo. La
fatuidad de aquellos consejeros que
tanto adularon a José no tenía igual.

Desde que se les puso en juego,
empezaron a intrigar contra quien les
había sacado del olvido, y decían que la
Junta era ilegítima. Valiéndose de D.
Francisco Palafox, hermano del defensor
de Zaragoza; de Montijo, a quien hemos
visto en alguna parte, del...
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