gesta
El escenario de terror era un hecho: se había creado paradestruir todo intento de reclamo social y legitimar cualquier violación, con el apoyo de la fuerza militar hondureña, que gozaba de un extenso historial de impunidad e intolerancia. Estados Unidos tenía lasnarices muy metidas, y alentaba una guerra contra sus vecinos, El Salvador y Nicaragua, que vivían sus propias revoluciones.
En aquella época cobró mucho protagonismo el general Gustavo ÁlvarezMartínez, jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras (1982-1984), de una línea muy dura que promovía las desapariciones, las torturas y los asesinatos selectivos. Coroneles disidentes lo habían denunciadoporque Álvarez Martínez “arrastrará a grandes desgracias al Gobierno y pueblo de Honduras, si antes no se pone coto a su psicosis extremista y a su locura por aniquilar físicamente y hacer desaparecer,como lo ha hecho a todo el que no sustente sus mismas ideas radicales”. Demasiado tarde.
En 1983, uno de sus casos más conocidos, el ejército hondureño cercó a una incursión rebelde que lideraba eldoctor Jose María Reyes Mata, un conocido dirigente de la izquierda de este país, y el padre Guadalupe –James Francis Carney Hamley-, de Chicago, Illinois, que impulsaba una línea violenta para latransformación de Centroamérica. “Tendré que renunciar a ser jesuita por un tiempo hasta el triunfo, porque las leyes actuales de la Compañía de Jesús no permiten que un jesuita sea guerrillero. Me...
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