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Mientras aquí en Nicaragua se siga profesando desaforadamente una veneración pordiosera por Darío y Sandino, nunca lograremos despertar de nuestro evidente letargo cultural, atraso económico ysubdesarrollo social. Seguiremos estupefactos abriendo y cerrando los sarcófagos de nuestros antiguos héroes momificados, levantando estatuas y cenotafios que nos alejan de las nuevas perspectivascontemporáneas y exigencias de la realidad concreta.

Cada uno de estos personajes vivió su momento oportuno con la trascendencia histórica debida a su época…ahora sería irresponsable resucitarlos de maneraconstante sin hacer un alto para reflexionar en su legado y revitalizar su pensamiento. Darío refinó un idioma raquítico con la esperanza de que surgiera en un futuro alguien que lo superara desde laAmérica hispana ex colonizada, y no para que lo idolatraran por siempre. Sandino empuñó la autodeterminación de los pueblos y la defensa de la soberanía nacional, erigiéndose como un monumentoinherente a la consciencia patria y la dignidad nacional, pero no para quedarse en imágenes escuetas y blasones partidarios.

Si el contexto que vivieron estos personajes se repitiera, bien valdría la penatraerlos al mundo en cuerpo y alma. Supongamos que en pleno Siglo XXI se reanudara la serie de intervenciones militares norteamericanas en toda la geografía del continente, o al igual que en cualquierparte del mundo, cada pueblo o nación sabría responder con un Sandino particular y abanderar sus luchas libertarias y principios…pero sólo en ese momento histórico. Si Darío pudiera pasearse por lascalles de León o Granada, no se congraciaría con la sarta de poetas callejeros y vernáculos que celebran efusivamente el anacronismo de la poesía; más bien se retiraría cabizbajo y descontento atrabajar arduamente por el progreso de una nación “en vías de desarrollo” o se arrepentiría de haber nacido en un país pobre que lo exaltara hasta lo sumo en su propio perjuicio al descuidar la ciencia...