Gombrich

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L1 mdscam y el rostro

podria llamarse Ia ~xprcsion dominance, el airc del rostra. Nuesrra proyecci6n. s~ ~uede usarse este frio rermino, esta guiada por Ia comprensi6n de Ia esrructura profunda del rosrro por el artisra, que nos permire generar y comprobar las diwr:;,15 osctlaciones de _la_ tlsonomfa viviente. Al mismo tiempo, tenemos Ia sensacion de , uc 1 realm~nte per~tbunos lo quepermanece constante tras Ia apariencia c:unbiamc, Ia solucion no v1sra de Ia ecuacicin, el verdadero color del hombre Jo. Todo esto 501 meraforas insuflciemes, pero indican que, despues de rodo, puede haber algo en anngua afirmacion plaronica, tan sucimamente expresada en Ia replica de Max Liebermann a un modelo insatisfecho: «Esre cuadro, mi querido senor, se parecc a usred mas que usted mismo.»1

des Ill e:ememos indcflnidos que !Ieven a imerpretaciones incompatibles; tene 1110 , Ia Irnpreston dr un rosrro que asume distinras expresiones, rodas coherenrcs con [0 c•u

Gombrich, E.H. (2000) La imagen y el ojo,. Nuevos estudios sobre la Psicología de la representación pictórica. Editorial Debate, Madrid.

cio X (ilusrracicin IIR), no parecc nunca detenida en una pose, parece cambiar:nne nuesrros OJOS como si ofreciera diversas lecturas, todas coherentes y convinccnrc:s. Sm embargo, csa n~gariva a congelarse en una mascara y a fijarse en una lectura ri"ida no. se ad qtuete · costa d e una perd1'd a d e d ehmc10n. No observamos ambigticda· · · .t · · · ' · ·' · "'

La imagen visual: su Iugar en la comunicacion

L:

La nuestra es una epoca visual. Se nos bombardea conimagenes de Ia manana a Ia noche. Al abrir d periodico en el desayuno vemos fotografias de hombres y mujeres que son noricia, y al alzar los ojos del periodico enconrramos una imagen en Ia caja de cereales. Llega el correo, y en un sobre rras orro van apareciendo brillames folleros, con imigenes de tenradores paisajes y muchachas que roman el sol, que nos incitan a imos de vacaciones en un crucero, ode elegame ropa de caballero que nos tienra a hacernos un rraje a medida. Al salir de casa, vemos en !a calle carreles que tratan de captar nuestra mirada y jugar con nuestras ganas de fumar, heber o comer. En el trabajo es mas que probable que rengamos que manejar algun ripo de informacion gd.fica: fotograflas, bocetos, car:ilogos, proyectos, mapas, o al menos gd.ficos. Por la noche, paradisrraernos, nos sentamos freme a! televisor, Ia nueva ventana al mundo, y vemos pasar imagenes de placeres y horrores. Hasta las imagenes de riempos pasados o de paises lejanos son mas accesibles para nosotros de lo que nunca lo fueron para el publico para el que se crearon. En las casas se acumulan libros ilumados, rarjetas postales y diaposirivas en colores como recuerdos de viajes, asi como losrecuerdos privados de las forografias familiares. No es de exrrafiar que se haya dicho que estamos entrando en una epoca hist6rica en que Ia imagen se impondra a !a palabra escrira. Dada esta afirmaci6n, es de Ia maxima importancia aclarar las posibilidades de Ia imagen en Ia comunicaci6n, pregunrarse que puede y que no puede hacer mejor que ellenguaje hablado o escriro. En comparacion con Iaimporrancia que tiene esra cuesrion, el grado de arencion que se le ha prestado es decepcionantemente pequeno. Los estudiosos dellenguaje rrabajan desde hace riempo en el analisis de las diversas funciones del instrumemo primordial de Ia comunicaci6n humana. Sin emrar en deralles, podemos aceprar para nuestro proposito las givisiones dellenguaje propuesPublicado originalmenre en Scientific American,numero especial dedicado a Ia Comunicacion,

vol. 272 (1972), pags. 82-96.

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Lt imilgetl vimrd

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ras por Karl BUhler, quien distingue emre las funciones de expresi6n, activaci6n v descripcion (rambien podemos llamarlas sintoma, senal y simbolo). Decimos que un aero de habla es expresivo si nos in forma dd estado de .inimo del hablanre. Su simple tono puede ser sinrom;irico...