Good bye lenin
En 1989 sufre un infarto y cae en un largo coma del que despierta cuando ya el muro ha caído. Aquí empieza verdaderamente la trama que puede resumirse en: la mujer no debe seralterada so pena de volver a caer, ahora mortalmente, y el hijo emprende una febril carrera cotidiana para recrear, en el dormitorio de la madre, el mundo socialista que ella ama y que ya no existe.
Esaescenificación y sus ramificaciones -inevitablemente cómicas- contienen los ingredientes de la memoria, del choque creciente entre lo que ya fue y lo que es, de las historias personales entre quienesse adaptan a la nueva realidad y los que quedan al costado, todo movido por el nervio incansable de un amor profundo y total.
El amor de Alex (Daniel Brühl), un muchachote robusto con algo deingenuote, por su madre (Katrin Sass) puede mover montañas. Mueve, para empezar, montones de basura para obtener los envases de los productos que se consumían en la RDA (pepinos en conserva, café, vinoespumante), mueve a vecinos y conocidos y a una hermana menos dispuesta para que formen parte de la farsa, paga a niños para que le canten a su madre las viejas canciones de los pioneros, haceliteratura e historia de ficción para entreverar a favor del socialismo los escasos datos de la realidad que la madre llega a percibir.
Hasta televisión informativa de ficción puede hacer Alex, con elconcurso del amigo con vocación de cineasta, trucando noticieros en los cuales el camarada Honecker aún conserva el poder o el astronauta Jähn -para entonces honesto taxista- explica sus experiencias...
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