Goya
Los graves problemas decomunicación y relación que la sordera ocasionan, harían también que Goya iniciase un proceso de introversión y aislamiento. El pesimismo, la representaciónde una realidad deformada y el matiz grotesco de algunas de sus posteriores pinturas son, en realidad, una manifestación de su aislada y singular (aunqueextremadamente lúcida) interpretación de la época que le tocó vivir.
en 1819 decora con profusión de monstruos y sórdidas tintas una villa que ha adquirido por60.000 reales a orillas del Manzanares, conocida después como la Quinta del Sordo: son las llamadas "pinturas negras", plasmación de un infierno aterrante,visión de un mundo odioso y enloquecido; en el invierno de 1819 cae gravemente enfermo pero es salvadoin extremis por su amigo el doctor Arrieta, a quien, enagradecimiento, regaló el cuadro titulado Goya y su médico Arrieta (1820, Institute of Art, Minneápolis).
Pero acaso su auténtico testamento había sido fijadoya sobre el yeso en su quinta de Madrid algunos años antes: Saturno devorando a un hijo, es sin duda, una de las pinturas más inquietantes de todos lostiempos, síntesis inimitable de un estilo, que reúne extrañamente lo trágico y lo grotesco, y espejo de un Goya, visionario, sutil, penetrante, lúcido y descarnado.
Regístrate para leer el documento completo.