Graves Robert El Vellocino De Oro
(Hercules, my shipmate)
Robert Graves
INVOCACIÓN
Anceo, pequeño Anceo, héroe oracular, último superviviente (según dicen) de todos
los Argonautas que navegaron a Cólquide con Jasón en busca del vellocino de oro,
háblanos a nosotros, visitantes; habla claramente desde tu rocosa tumba junto a la fuente de
la diosa, en la fresca Deia hespérida. Primero cuéntanos cómo llegasteallí, tan lejos de tu
hogar en la florida Samos; y luego, si te place, revélanos la historia completa de aquel
famoso viaje, empezando por el principio de todo. ¡Vamos, derramaremos libaciones de
aguamiel para endulzar tu garganta! Pero recuerda, ¡nada de mentiras! Los muertos sólo
pueden decir la verdad, incluso cuando la verdad los desacredita.
El vellocino de oro
Robert Graves
Prólogo
ANCEOEN LA HUERTA DE LAS NARANJAS
Una tarde de verano, al anochecer, Anceo el lélege, el de la florida Samos, fue
abandonado en la costa arenosa del sur de Mallorca, la mayor de las islas Hespérides o,
como las llaman algunos, las islas de los Honderos o las islas de los Hombres Desnudos.
Estas islas quedan muy cerca unas de otras y están situadas en el extremo occidental del
mar, a sólo un día denavegación de España cuando sopla un viento favorable. Los isleños,
asombrados por su aspecto, se abstuvieron de darle muerte y le condujeron, con manifiesto
desprecio por sus sandalias griegas, su corta túnica manchada por el viaje y su pesada capa
de marinero, ante la gran sacerdotisa y gobernadora de Mallorca que vivía en la cueva del
Drach, la entrada a los infiernos más distante de Grecia, de lasmuchas que existen.
Como en aquellos momentos estaba absorta en cierto trabajo de adivinación, la gran
sacerdotisa envió a Anceo al otro lado de la isla para que lo juzgara y dispusiera de él su
hija, la ninfa de la sagrada huerta de naranjos en Deia. Fue escoltado a través de la llanura y
de las montañas escarpadas por un grupo de hombres desnudos, pertenecientes a la
hermandad de la Cabra; peropor orden de la gran sacerdotisa, éstos se abstuvieron de
conversar con él durante el camino. No se detuvieron ni un instante en su viaje, a paso
ligero, excepto para postrarse ante un enorme monumento de piedra que se hallaba al borde
del camino y donde, de niños, habían sido iniciados en los ritos de su hermandad. En tres
ocasiones llegaron a la confluencia de tres caminos y las tres vecesdieron una gran vuelta
para no acercarse al matorral triangular rodeado de piedras. Anceo se alegró al ver cómo se
respetaba a la Triple Diosa, a quien están consagrados estos recintos.
Cuando por fin llegó a Dcia, muy fatigado y con los pies doloridos, Anceo encontró a
la ninfa de las Naranjas sentada muy erguida sobre una piedra, cerca de un manantial
caudaloso que brotaba con fuerza de la roca degranito y regaba la huerta. Aquí la montaña,
cubierta por una espesura de olivos silvestres y encinas, descendía bruscamente hacia el
mar, quinientos pies más abajo, salpicado aquel día hasta la línea del horizonte por
pequeñas manchas de bruina que parecían ovejas paciendo.
Cuando la ninfa se dirigió a él, Anceo respondió con reverencia, utilizando la lengua
pelasga y manteniendo la mirada fija enel suelo. Todas las sacerdotisas de la Triple Diosa
poseen la facultad de echar el mal de ojo que, como bien sabía Anceo, puede convertir el
espíritu de un hombre en agua y su cuerpo en piedra, y puede debilitar a cualquier animal
que se cruza en su camino, hasta causarle la muerte. Las serpientes oraculares que cuidan
estas sacerdotisas tienen el mismo poder terrible sobre pájaros, ratones yconejos. Anceo
también sabía que no debía decirle nada a la ninfa excepto en respuesta a sus preguntas, y
aun entonces hablar con la mayor brevedad y en el tono más humilde posible.
La ninfa mandó retirarse a los hombres-cabra y éstos se apartaron un poco,
sentándose todos en fila al borde de una roca hasta que volviera a llamarlos. Eran gentes
tranquilas y sencillas, con ojos azules y piernas...
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