Gridley Austin PR01 El sheriff de la quebrada del buitre

El sheriff de la quebrada del buitre
Austin Gridley
Pete Rice/1

CAPÍTULO 1
PISTOL PETE
Chasqueaban los revólveres en la pequeña calle principal de la «Quebrada del
Buitre». Se estaba riñendo una batalla en la parte comprendida entre la barbería de
Hicks y el Arizona Hotel. «Miserias», el barbero del lugar, empezaba a afeitar a un
cliente.
Pero, al parecer, el rapar barbas era cuestiónsecundaria para Hicks «Miserias»
cuando en la «Quebrada del Buitre» se alteraba el orden.
La prueba es que Miserias» dejó instantáneamente la navaja en el pequeño
anaquel colocado bajo el turbio espejo, y ni siquiera se detuvo a secar la hoja.
Abrió un cajón, sacó con ágiles dedos un Colt del 45, y se lanzó a la calle bajo el
sol abrasador del mediodía.
El fragor de la batalla iba en aumento.
-¡Pardiez!-exclamó «Miserias» para sí-. Parece una riña de perros.
Y tenía razón. Alguno de los que intervenían en la lucha tenía un revólver de
pequeño calibre, y el fino aullido de tan pequeña arma cortaba de vez en cuando el
ronco ladrido de los del 45.
De pronto, el rabioso ronquido de un sabueso intervenía en el concierto.
Era que alguien, provisto de un rifle, acababa de intervenir en la espantosatremolina.
Hicks «Miserias» avanzó corriendo por la acera de tablones de pino. Era bajo apenas levantaba más de seis pies- y su sonrosada carita tenía una expresión casi
cómica, pero brillaba el valor en sus azules ojos de irlandés.
Un individuo alto, con un sombrero descomunal -sombreros de «diez galones» los
llaman allí- abordó desesperadamente a Miserias».
-Date prisa -le gritó-. El infierno andasuelto... y tenía que soltarse precisamente
delante de mi tienda. La semana pasada tuve que pagar un montón de cuartos para
reponer los cristales de mis escaparates, y ahora...
Se oyó el fragor de otra descarga, después un chasquido suelto, y a continuación el
ruido de unos cristales rotos.
-Ya están en danza mis escaparates, otra vez -gimió el hombre del sombrero
descomunal-. Así no hay manera deahorrar un níquel... con lo malo que está el
comercio. ¿Dónde está el sheriff?
-Marchó a casa del guarnicionero para arreglar la silla -le contestó «Miserias»-.
Pero yo soy su comisario y voy a ajustarles las cuentas a esos.
-Mejor será que no te metas -le aconsejó el otro-. Los dos bandos luchan a
resguardo, y llueven balas por la calle.
-¿Quieres decir que no es una riña regular? -preguntó«Miserias».
-No es eso, exactamente. Bristow «el Halcón» empezó la trapatiesta. Vio atravesar
la calle a un antiguo enemigo y le descerrajó un tiro. El individuo retrocedió
buscando cobijo, y disparó a su vez. Un momento después, algunos muchachos
tomaron partido por uno y otro, y se generalizó el tiroteo. ¡Escucha ahora qué
ensalada!
Había «ensalada», en efecto, para dar y tomar. El tiroteo eraespantoso. Y Hicks
«Miserias» rehusó seguir el consejo que el hombre del sombrero descomunal
acababa de darle.
El diminuto comisario-barbero se lanzó calle abajo, moviendo sus piernas de araña
como un par de pistones. Pero no había recorrido cien metros cuando se detuvo.
Su carita rubicunda era todo un estudio de indecisión y azoramiento.

2

Tres hombres estaban agazapados tras una hilera de barriles dewhisky vacíos
alineados entre el «Almacén de Productos Alimenticios» y el «Descanso del
Vaquero» la taberna más ruidosa de toda la población.
Dos de ellos tenían Colts del 45; el tercero apoyaba sobre el hombro un rifle
Winchester. Todos disparaban hacia un par de hombres ocultos, al otro lado de la
calle, tras unas pilas de leña.
Los 45 arrancaban grandes astillas de la leña, y las balas delrifle derribaban uno a
uno los leños reduciendo gradualmente el refugio.
Los hombres agazapados tras los barriles de whisky, eran clientes conocidos.
Hicks «Miserias» identificó a uno de ellos como Bristow «el Halcón», jugador
empedernido y camorrista impenitente.
Desde el sitio que ocupaba, Miserias» no podía ver a los refugiados tras las pilas
de leña. Pero comprendió que eran hombres fogueados...