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Cuento breve.


Gabriela Esmeralda Moroyoqui Ayala.


401 Matutino.






Margarita triste.


Las gotas de lluvia aun resbalaban por el cristal de la ventana, el fuego enla chimenea seguía intacto, como si fuese la primera vez que se iniciara. La atmosfera agradaba. Habían pasado 2 horas desde el fin de mi jornada en la escuela, como de costumbre llegaba & la soledadhabitaba, esperaba un solo ruido. Nada. Mi padre aun encerrado en su oficina observando un espacio vacío. La tarde caía lentamente, el silencio era lo único que llenaba la habitación en donde solíacompartir una familia unida. Sí, unida.
Me recosté en el sofá junto a la mecedora. Observaba la caída de esas blancas margaritas, una a una. Uno de los símbolos más preciados para mi & para ti. Latristeza en tu rostro al verlas marchitar… eso me mataba… el tiempo seguía, tres campanadas al marcar las 6 de la tarde. Casi era hora. El polvo aún se posaba en el estante de libros. Debo limpiarlo–pensé-, tomando el libro en mis manos.
Camine hacia la cocina. El ruido en la madera del piso crujía, contemplaba la decoración en la pared pasando mis dedos sobre ella. Miré el reloj; 6:12. Encendí la luz,la poca iluminación que desprendía, cual tal película de terror, bastaba para continuar. Sobre la estufa la tetera se posaba para hervir el agua. Me senté en la mesa buscando la página en el libro,observé el cumulo de platos sucios en el lavavajillas; abrí la nevera. Vacía. No me sorprendía verla así, abrí las gavetas encontrándome una caja de galletas, eso bastaba, puse la caja sobre la mesa &vacié la caja en un plato, que por fortuna estaba limpio. Busqué entre el cumulo de platos una taza. La encontré. El ruido de la tetera al sonar me indicó que el agua estaba lista, tome la tetera concuidado dejándola sobre la mesa. Tome un sobre de té del cajón, lo puse en la taza vaciando el agua.
Salí al jardín & arranque de tu lecho de flores unas margaritas, volví dejando un rastro de...