GRRRRRR

Universidad Católica de Santa María
Facultad de Ciencias e Ingenierías Físicas y Formales
Programa profesional de Ingeniería Mecánica, Mecánica Eléctrica y Mecatrónica
Propedéutica del Trabajo Intelectual Universitario
Tercer informe del libro “Los Perros Hambrientos”
Del escritor Ciro Alegría


Y es así cuando la partida quedo resuelta para el día siguiente, aunque Chumpivería lo conveniente a última hora, y así lo hiso constar con toda su maltrecha autoridad. Por lo pronto, sobre los hombros de dos gendarmes se encaramó hasta alcanzar las papayas. Mientras las manipulaba, sonreía recordando las palabras del boticario: Al otro día una humareda densa subió al cielo llamando la atención de los Celedonios. Pálidos. Jadeantes, estaban arrinconados en el fondo de lacueva, cuando vieron que se ennegrecía el aire. ¿Era la debilidad? No, humo,¡humo¡ ¿Por qué? El Blas Celedon reptó hasta distinguir El valle. Y encontrar que estaban quemando la choza y que luego se iran junto con sus caballos.
El Julián se asomó igualmente. Al incendiarse, del techo de hoja de plátano salía un humo negro. Pero ya se iban. Habían tomado la balsa y estaban en medio del rio. Comentoque había seis y que faltaba uno, que de seguro estaba escondido en Pauca, y que de seguro enterraron el cuerpo de la persona a la que le disparo anoche. Al otro lado, los gendarmes ensillaron y tomaron la cuesta, como al descuido, dejaron la balsa ondulando a la orilla, sujeta a un pedron con la soga de amarre. A lo que el Blas comento su preocupación por que aún no se habían largado. Pero eraverdad que se iban. Subieron la cuestas lentamente, parándose de cuando en cuando, no se distinguía al Venancio. Este, viendo a la fuerza en retirada, se había marchado a las alturas y tenía intenciones de bajar después. Los cholos miraron obstinadamente hasta que, transformada en una pequeña mancha movediza, la cabalgata azul se perdió arriba, muy alto, donde el camino tomaba la puna. Entoncesfue que comenzaron a bajar de su madriguera, arrastrándose, serpeando, cogiéndose de los picos y las grietas. Ya en la falda, pudieron andar con pasos débiles. Llegando a la acequia, se tendieron a beber junto con gueso, panza al suelo. Hundían las manos en el agua anhelada y se mojaban las sienes. Y bebieron, bebieron metiendo las caras, ahogándose, glogloteando ruidosamente.
Y volvieron a beberhasta que se les hincharon los vientres. Y ya más serenos, advirtieron el bohío hecho cenizas y juraron venganza, mirando al cielo desde el cual la Virgen Santísima y san Julián y San Blas, sus santos patrones, todo lo veían y no dejarían sin castigo las perradas del Culebrón. Pero no tan alto, si no ahí no más, en las copas de los papayos, verdeaban los frutos. Se pusieron en pie, pero luegonotaron, acaso porque podían caminar mejor, que estaban muy verdes. Después de recorrer infructuosamente la huerta, donde no había siquiera coca, retornaron. Ni una yuca y menos un plátano habían dejado los malditos.
El Julián se tumbó de espaldas y estuvo apuntando mucho rato. Sonó el disparo y el pedúnculo roto dejo caer el fruto. Mitad por mitad, con las manos hechas garfios, lo partieron.Amargaba la pulpa, pero se podía comer ya. Y otro tiro y otra papaya. Las demás si estaban verdes, en realidad. La tarde caía y se tendieron bajo unos árboles. Después, en la noche, se irían a dormir a la quebrada, por si caso, y al otro día buscarían chirimoyas allí mismo. Vivirían. Alguna vez encontrarían al Culebron y sus desgraciados gendarmes para arreglar cuentas. ¡Ese zonzo del Venancio que noquiso armar pelea¡ De pronto se puso a aullar, y ellos pensaron que tenía hambre y se acusaron de no haberle dado un Pedazo de papaya. Ya comería chirimoyas también. Pero al poco rato el Blas sintió que un temblor extraño le sacudía el cuerpo.
Veneno, Gueso siguió aullando. El Blas ni siquiera contesto. El Julian sintió que algo le destrozaba las entrañas y rugió su rabia como un puma. Ya no...