guapada
lateral. / mayo 2003
33
C
Vista general sobre la playa
uando escribí en mi libro
Diarios (Espasa, 2002) sobre
la foto de Javier Bauluz, publicada por primera vez en el
diario catalán La Vanguardia (01.10.00),
luego portada del New York Times
(10.07.01) y más tarde premio Godó de
Fotoperio-dismo 2001, mi intención
principal no era desenmascarar ni al autor ni a sutrabajo. Es decir, no me interesaba exponer, aunque las conocía, las
circunstancias concretas en que se había
tomado aquella imagen. Si me ocupé de
ella fue por el ejemplo que suponía de
empotramiento de la retórica de la ficción en la narración de los hechos. Un
tema recurrente en Diarios.
Yo le reprochaba,
igual que a muchos
periodistas, que se
entregara al arquetipo
y abandonara alas personas
Es decir, me interesaba describir cómo
algunos fotógrafos aspiran a fotografiar
los símbolos aunque sea a costa de los
hechos. Cuando Bauluz capturó a esa
pareja con cadáver sentada en la arena
de una playa de Cádiz no pensaba en las
personas muertas o vivas que estaban
allí. Lo único importante era la metáfo-
Arcadi Espada
El debate parte de una foto publicada el año 2000por La
Vanguardia y titulada La indiferencia de Occidente. Arcadi Espada,
en su libro Diarios (Espasa, Madrid, 2002), la denunció como
un ejemplo de ficcionalización de la realidad. Más tarde, La
Vanguardia le respondió, primero a través del Defensor del
Lector, y luego con un dossier. Ésta es la respuesta de Espada.
ra: como un narrador convencional de
ficciones, Bauluz decidió noceñirse al
engorroso trámite de lo real que caracteriza obligatoriamente cualquier discurso periodístico. La fotografía
pretendía reflejar la indiferencia de
Occidente ante la tragedia de la inmigración africana. Pero la metáfora, como
en el caso de las peores, estaba sustentada en el vacío: por lo que respecta a sus
protagonistas la fotografía no probaba
que hubiese indiferencia ni que, dehaberla, fuese la de Occidente.
Tampoco Flaubert había tenido que
aportar mayores pruebas sobre la existencia de madame Bovary. Le bastó con
decir que Emma Bovary no existía, pero
que en la provincia de Francia, miles de
emmas le preparaban cada noche el potau-feu a sus maridos. Sin embargo, respecto a su ilustre predecesor, Bauluz
tenía un pequeño problema: existían el
cadáver y la pareja ypara que accedieran
a la condición de símbolos era imprescindible el acuerdo de lo real.
Yo, en fin, reprochaba al fotógrafo,
igual que a muchos periodistas, que se
entregara al arquetipo y abandonara a las
personas. Y en la nota correspondiente
de Diarios mostraba mi indignación ante
el hecho de que las personas tuvieran
que pechar injustamente con las consecuencias de un arquetipoindeseable.
Que esa joven pareja, en fin, tuviera que
llevar sobre sus hombros el peso de la
indiferencia de Occidente ante el drama
de la inmigración africana, y para el resto de sus días. Además, a diferencia de
los supuestos enamorados de Doisneau
(Le baiser de l’Hôtel de Ville: ficción y arquetipo del París enamorado), la joven
pareja cazada en la playa no había cobrado por posar. Ni muchomenos. Nada en
su posición ni en su gesto, nada de nada,
permitía adjudicarles, con la ridícula
convicción que exhibieron el fotógrafo y
sus editores, una actitud de indiferencia.
Muchos otros sentimientos (de duda, de
expectación, de curiosidad, de resignación, de meditación, de dolor, muchos
otros) eran compatibles con su retrato.
Pero ni a Bauluz ni a sus editores les interesó ninguno deellos.
La foto de Trieste
Tampoco les interesó, por supuesto,
una hipótesis diferente respecto a que la
indiferencia fuese consecuencia del racismo. Para sus planes era imprescindible que la indiferencia fuese
específicamente la de Occidente, o sea,
la que proyectaba una pareja de ciudadanos occidentales sobre el cadáver de un
africano. En las páginas de Diarios yo reproducía, junto a...
Regístrate para leer el documento completo.