Guerra fria
Debido a la inflexibilidad de la retórica ideológica que mantuvo al conflicto rusonorteamericano vigente durante tanto tiempo, Estados Unidosinterpretó cualquier signo de cambio político, social y/o económico que no respondiera a los parámetros de un occidente capitalista y democrático, como una infiltración del comunismo internacional, y por ende peligroso a los intereses norteamericanos. Y eso no era aceptable en ningún área bajo su influencia, mucho menos en la “patio trasero” de la Casa Blanca. Pero no se trató solamente de detener alenemigo comunista. Las políticas hacia América Latina también se orientaron en función de evitar que se desafiase su posición como potencia hegemónica en el hemisferio occidental y, por encima de todo, de defender y preservar los intereses del capital privado norteamericano. Este último aspecto adquirió especial relevancia a la hora de definir la política exterior a seguir en una región en dondela hegemonía norteamericana parecía como absolutamente indiscutible, donde las inversiones eran crecientes y productivas, y donde se consideraba que la amenaza comunista no constituía un verdadero peligro.
Según estos parámetros, hasta fines de la década del ’50, pareció que la política de
contención global para excluir al comunismo de occidente funcionaba perfectamente.
Latinoamérica parecíano dar motivos de alarma. Sin embargo, dos acontecimientos
hicieron que Washington empezara a pensar lo contrario y comenzara a prestarle más atención a América Latina. En este sentido, cuando la Administración Eisenhower decidió intervenir en Guatemala en 1954 para “ayudar” a derrocar a un gobierno populista en el que algunos comunistas tenían puestos claves, lo hizo más en defensa de empresasprivadas norteamericanas como la UFCo, perjudicadas por las reformas encaradas por el régimen de Arbenz, que por considerar a este pequeño país de América Central como una potencial puerta de entrada del comunismo en América. La política seguida en Guatemala pretendía además servir de ejemplo aleccionador a los países latinoamericanos de que, como afirma acertadamente R. Barnet, “el uso del podermilitar norteamericano para proteger inversiones amenazadas del mismo país en el extranjero era una práctica normal” a la que se recurriría en los casos en que fuera necesario.
Luego del desarrollo de los acontecimientos en Guatemala y hasta la Revolución
Cubana, la concepción - propia del sentido común norteamericano desde la elaboración de la Doctrina Monroe - , de que América Latina constituíael área de influencia norteamericana por antonomasia, y por lo mismo, infranqueable para cualquier potencia extranjera, volvió a reforzarse. Pero la evolución de los acontecimientos en Cuba luego de la revolución de 1959 y la incorporación de la isla al campo socialista, provocaron un cambio radical. Los soviéticos parecían haber encontrado la “puerta de entrada”. Y ello constituía no solo unaamenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos y a sus intereses en el hemisferio, sino un desafío directo y sin precedentes.
Así, el gobierno norteamericano utilizó todas las armas diplomáticas que el enfoque
de la respuesta flexible consideraba, para luchar contra el “germen comunista” que
amenazaba desde Cuba con infectar a todo el continente americano. Se apeló a la
presiónpolítica - rompiendo relaciones con el régimen castrista y excluyendo a la isla del sistema interamericano -, se aplicaron tácticas de guerra y embargo económico – que aún persiste - , se apoyó a grupos de oposición al régimen y se planearon invasiones para derrocar al gobierno. Pero Cuba resultó ser un hueso mucho más duro de roer que Guatemala. Por ello, Estados Unidos se abocó a impedir que...
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