Guerra
LA PRENSA ESPAÑOLA Y LA TEORÍA DEL “NUEVO ORDEN” EN LA II GUERRA MUNDIAL
ANGEL LUIS RUBIO MORAGA
Departamento de Historia de la Comunicación Social
Facultad de Ciencias de la Información / Universidad Complutense de Madrid
La Prensa Española nacida de la Guerra Civil y poco antes de la II Guerra Mundial surge huérfana de muchas plumas y de talleres en buenas condiciones, lo cual se complementa con el clima de exaltación que dominaba todo el país.
Desde este punto de vista, puede decirse que existía paridad entre Prensa y opinión pública. No es de extrañar, pues,
que cualquier criterio moderado brillase por su ausencia, al menos en un principio. Durante los primeros meses de la postguerra, la propaganda variaba o alternaba entre ataques al comunismo y sus
“aliados” ingleses, franceses y norteamericanos y alabanzas desmesuradas a los regímenes de Italia y Alemania. Para
los sectores más exaltados, la guerra que se avecinaba era la lógica continuación de la propia. Los enemigos, los
mismos: el pasado podrido del liberalismo francobritánico y los nuevos bárbaros del Este, los comunistas rusos. Pero no solo era necesario luchar contra ellos, sino a favor del nuevo orden que sustituiría al liberalismo y al marxismo;
por ello se hacía imprescindible unirse sin reservas a las potencias del recién formado Eje.
A los menos exaltados les pareció evidente que la URSS había tenido la culpa del desastre directa o indirectamente. Dentro de este grupo habría que incluir al clero, fuerte y seguro tras la victoria y más igual en opiniones que tiempo
atrás. Junto al clero, y por diferentes razones, los financieros y la aristocracia veían en la nueva contienda la completa
ruptura con un sistema tradicional que les era grato, ya que la gran mayoría sentían una fuerte inclinación por las
democracias, aunque su interés estaba más concentrado en la versión capitalista de la sociedad occidental que en la política.
Por su parte, la Prensa intervencionista tenía sus valedores en dos fuerzas muy importantes y que, a fin de cuentas,
eran las más implicadas directamente: el Ejercito y la Falange.
Parece segura la decidida inclinación de las Fuerzas Armadas hacia el Eje y hacia la guerra. Alemania y España podrían, juntas, controlar Europa. Sin embargo, más fuerte que el amor a Alemania era el odio a la URSS, contra la
que se había luchado en el propio suelo español. Esto, unido a la tradicional xenofobia dirigida en especial contra
Inglaterra y Francia, en menor grado, parecía convencer a las altas esferas militares de que había llegado el momento
de tomarse la revancha en condiciones reales muy menguadas. Arriba, como órgano de Falange, se convirtió en el portaestandarte del intervencionismo, máxime teniendo en cuenta
que la Falange había dejado de ser eso para llamarse, cada vez más, Movimiento, y el reorganizador del partido era el
influyente abogado Serrano Suñer, germanófilo convencido.
La opinión pública, como suma de las opiniones de la mayoría del país, como termómetro de la política
gubernamental, nocontaba. El Estado, y lo mismo la Prensa como expresión suya, no recibía las sugerencias del país.
Muy por el contrario, era el país el que debía ambientarse al aire del Estado y de su Partido.
A pesar de ello, era evidente que nadie deseaba, dentro del cuerpo trabajador del país, una guerra de prestigio, cuando
se había salido de otra de desgaste colosal.
EL GOBIERNO FRANQUISTA Y LA PRENSA DE LA POSTGUERRA La Ley de Prensa de 1938 vino a marcar la pauta a la futura actuación de la Prensa en la vida española. La ley, dada
en plena guerra, respondía a una rigurosa necesidad de control, no sólo de posibles contemporizaciones con el
enemigo, sino también de peligrosas divergencias entre los diferentes grupos que apoyaban al Caudillo. ...
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