Guerrero Ramos Miguel Angel La Secreta Geometria De Una Hoja Que Cae

Páginas: 54 (13491 palabras) Publicado: 27 de abril de 2015
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La secreta geometría de
una hoja que cae

Miguel Ángel Guerrero Ramos

1

© del texto: Miguel Ángel Guerrero Ramos
© de esta edición: La Lluvia de una Noche
Código Safe Creative: 1306135269152
Diseño de portada: La Lluvia de una Noche

1ª Edición: junio de 2013

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Pero el árbol no siente ladesnuda
belleza de sus hojas. Ni las mira
en la tierra caer, ni escucha
cómo llegan hasta el suelo,
un leve crepitar de fuego y aire…

Tomás Hernández Molina, Refutación de la añoranza
(Sobre una idea de Horacio)

Queríamos conciliar la vigilia y el sueño, la consciencia y el delirio. La exactitud
debería valer tanto como el misterio.

Fernando Charry Lara, Sobre mis primeros poemas

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Primeraparte: anomalías en la cristalización de la vida

Una pregunta singularmente dulce atravesó por completo la más lúcida primavera
de sus ideas y suspiró en la comisura de sus labios. Una pregunta que franqueó el
cielo de la vida y los intersticios pasionales de un existir alucinado. Una pregunta
que muy probablemente, que se sepa, o que haya cantado la luna con sus más
perladas melodías, provenía dela guarida del afecto más indiscutiblemente bello y
más indiscutiblemente suave. Una pregunta que decía de la siguiente forma: ¿A
quién pertenecerían las personas si no pertenecieran a sí mismas, a quienes más
las sueñan o a quienes simplemente las dejan soñar?

Esa, ni más ni menos, para hacernos entender un poco mejor, fue la pregunta que
se le ocurrió hacer a ella. Sí, a ella, a la hermosísimay encantadora, a la mística y
seductora, a la dueña de aquella mirada ígnea y arrobadora que siempre ha
embelesado a todos sus enamorados. La dueña de un alma oleada y encrespada
que siempre ha sabido cómo retornar sin ningún problema a los fundamentos
mismos de la belleza. La dueña de unas subyugaciones sumamente intensas y de
unas caricias como de pasiones o amoríos que llenan lasinsustancialidades más
inexploradas e insinuantes del vacío. Unas caricias que cantan dulzuras y que en
múltiples ocasiones han llegado a sobrecoger por completo las nervaduras
pasionales de su fiel enamorado.
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Ella, nada más y nada menos que ella, la dueña de aquella pregunta mencionada.
La dueña de una hermosura única. La dueña de varios jardines que rebosan frutos
placenteros y jugosos y que seencuentran ubicados en unos emplazamientos
espaciales más allá de la imaginación humana. La dueña de todos y cada uno de
los sentires de unas hibridaciones que danzan sobre lo eterno, de una existencia
que solo tiene lugar en un grupo de pálpitos imperecederos y sensitivos. Ella, tan
única como siempre y tan seductora como jamás lo ha sido nadie más. Ella, la
bella y sin igual Marlene, Marlene AzucenaGarcés. Una dama de dulce ensueño
cuya alma está hecha de sensuales aluviones y resplandores de aurora, de leves
eternidades curvilíneas y otoños que nunca se cansarán de contar las hojas de los
árboles que caen, y mucho menos aún las hojas a las que más les encanta soñar,
vivir y amar entre las imaginaciones del viento. Más exactamente entre las más
sinuosas y juguetonas imaginaciones de aquel viajeroy sedoso ente, aquel ente
que sopla y que, con sus soplidos, desea indagar en todos y en cada uno de los
confines de este mundo.

—Creo que confundes un poco las cosas, mi vida —le respondió él, el valiente
aventurero y explorador al que ella tanto ama, a ella, a la bella y sin igual
Marlene—. En mi opinión —continuó él con su mejor tono de voz de confidencia—,
las personas no se pertenecen a símismas, ni a quienes más las sueñan, ni
tampoco a quienes las dejan soñar y las dejan ser. Las personas pertenecen,
¿sabes?, a los caminos que ellas han decidido seguir en sus vidas. Nada más que
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a ello, y por siempre, mi cielo, más allá del tiempo y de esta vida, y más allá de las
tardes más táctiles y sabias que nos puedan alegrar el corazón, a ello.

—Ya veo, cariño —dijo ella—. Y creo...
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