Guio n
–
Genoveva. ¡Chica! ¡Lo que se me ha ocurrido!
–
¿Qué, mujer de Dios?
–
Ven para contarte. Allí, junto al palenque, donde nadie nos oiga. Tócame las manos, óyeme el corazón.
–
¡Ah! Ya sé: que te ha dicho por fin..
–
No. Ni una palabra. ¡Te lo juro! Fui yo quien me le declaré.
–
¡Mujer! ¿Los venados corriendo detrás de los perros?
–
Lo hice sin pensarlo, óyeme. Yoestaba muy brava con él porque no me sacaba a bailar.
–
Y para darle celos fuiste a convidar a Pajarote . Sí. Todas nos fijamos. Y después el doctor le pidió una palomita a
Pajarote
y bailó contigo.
–
Pero, déjame contártelo. Yo estaba muy brava, como te digo, tan brava que se me salían las lágrimas. De pronto, él
se me queda viendo, y yo, para disimular, para que no fuera a c
reer que estabaresentida, me sonreí. Pero no como
quería sonreírme. ¿Comprendes?
–
Sí. Ya me figuro cómo te sonreirías.
–
Pues, bien. ¿Sabes lo que se me ocurrió entonces para remediar la cosa? Echarla a perder más de lo que ya estaba:
me lo quedé mirando y
le dije: ¡Antipático!
Se sonroja y agrega:
–
¿Qué te parece, chica? ¿Has visto mujer más lisa que yo?
La exclamación revela ingenuidad; pero a Genoveva le hacruzado por el pensamiento otra idea.
–
¡Cómo no vaya a resultar lo que dice mi taita! «Quien lo he
reda no lo hurta.»
–
¿Qué te pasa, Genoveva? ¿Por qué te has quedado pensativa? ¿Crees que he hecho mal?
–
No, chica. Esperaba que me siguieras contando.
–
¿Qué más? ¿Te parece poco? ¡Si se lo había dicho todo con esa sola palabra!
–
¡Se lo dije! ¡Se lo dije todo! Ya por mí no será. A tiempo queGenov
eva le pregunta:
–
¿Y ahora, Marisela?
–
¿Ahora qué?
–
inquiere, como si no entendiera, y, en seguida
–
: ¡Pero, chica! ¿Qué iba a hacer yo? Ponte en mi caso:
todo el día he estado con la ilusión de este baile, pensando: hoy me dice. Además, ya te repito: se me
escapó sin
quererlo. Tú misma tienes la culpa, pues cada vez que nos encontramos me preguntabas: «¿Todavía no te ha dicho?» Y,últimamente, tú lo que estás es celosa.
–
No, Marisela. Es que estoy pensando en ti.
–
¿Con esa cara tan preocupada, cuando yo est
oy tan contenta?
Pajarote,
que venía en busca de Genoveva, porque ya habían comenzado a tocar la pieza que bailaría con ella,
interrumpió la confidencia.
Marisela se quedó junto al palenque esperando a que también viniesen a invitarla; pero como no venían,
las palabras
deGenoveva aprovecharon la ocasión.
–
¿Y ahora, Marisela? ¿Crees que todo puede seguir como venía, después de lo que ha sucedido? ¿Te imaginas que
has resuelto la situación con haberte lanzado a decir lo que no se atrevían a declararte? ¿No v
es que, por el contrario, la
has complicado? ¿Con qué cara te le presentarás mañana a Santos si esta noche misma no se te acerca él a confesarte
que te ama?«Y no viene. No vendrá en toda la noche. ¡Qué chasco te has llevado! Y todo por no saber disimular
lo que sientes.
Imagínate lo que habrá pensado de ti. Él que es tan.. , ¡antipático!»
–
Ya sé que lo soy. Ya me lo has dicho otra vez.
–
¡Ah! ¿Estaba usted ahí?
–
Sí. Aquí estoy. ¿No me ves?
–
¿Por qué viene en punta de pie a oír lo que una esté pensando?
–
Ni he venido así, ni tampoco tengo el donde oír lo que los demás piensen. Ahora, cuando se piensa en alta voz, se
corre el riesgo de que los demás se enteren.
–
Yo no he dicho nada.
–
Pues entonces, yo tampoco he oído.
Pausa. Pero ¿hasta cuándo irá a estar cal
lado? ¿No parecía tímido? ¿Será necesario sacarle las palabras?
–
Bueno.
–
¿Qué?
–
Nada.
–
Pues nada
–
y se sonríe.
–
¿De qué se ríe?
–
De nada
–
y sigue riendo.
–
¡Guá! Seráloco, pues.
–
Dicen que las lunas llaneras perturban el juicio.
–
Allá usted. Yo el mío lo tengo muy sano.
–
Sin embargo, eso de enamorarse de
Pajarote, así sin reflexionar, no deja de ser una locura.
Bien está Pajarote para lo que es; mas para novio tuyo...
–
¡Guá! ¿Y por qué no, pues? ¿No era yo un bicho del monte cuando usted me recogió? «Pa quien es su pae, buena está su mae», como dice...
Regístrate para leer el documento completo.