HA LE DO A PIRANDELLO Por Ch B
Mi novia me había sugerido que me fuese de su casa, una casa muy grande, bonita y cómoda, con un patio trasero de una manzana de largo, cañerías que goteaban y ranas y grillos y gatos. En fin, salí de allí, tenía que irme, como sale uno de tales situaciones: con honor, valor y esperanza. Puse un anuncio en un periódico underground:«Escritor necesita habitación donde se dé al ruido de una máquina de escribir mejor acogida que a las risas de fondo de "I Love Lucky". Llego a cien dólares mensuales. Intimidad imprescindible.»
Tenía un mes para trasladarme, mientras mi chica estaba en Colorado en su reunión anual con la familia. Me tumbé en la cama a esperar que sonara el teléfono. Por fin sonó. Era un tipo que quería que meencargase de cuidar a sus tres hijos siempre que el «ansia creadora» se apoderara de él o de su esposa. Habitación y manutención gratuitas, yo podría escribir siempre que el ansia creadora no se apoderase de ellos. Le dije que me lo pensaría. Al cabo de dos horas el teléfono volvió a sonar: «¿Sí?», preguntó el tipo. «No», dije. «Sí —dijo él—. ¿Conoce a una mujer embarazada en apuros?» Le dije queintentaría buscarle una y colgué.
Al día siguiente, volvió a sonar el teléfono. «He leído su anuncio. —Era una mujer—. Yo enseño yoga.» «¿Ah sí?» «Sí, ejercicios y meditación.» «¿Ah sí?» «¿Es usted escritor?» «Sí.» «¿Sobre qué escribe?» «Oh, Dios mío, no sé. Aunque suene muy mal; sobre la vida..., supongo.» «Eso no suena mal. ¿Incluye esto sexo?» «¿No lo incluye la vida?» «A veces sí. A vecesno.» «Ya.» «¿Cómo se llama usted?» «Henry Chinaski.» «¿Ha publicado algo?» «Sí.» «Bueno, tengo una habitación grande que puedo dejarle por cien dólares. Con entrada independiente.» «Parece interesante.» «¿Ha leído usted a Pirandello?» «Sí.» «¿Ha leído a Swinburne?» «Todo el mundo lo ha leído.» «¿Y a Hermán Hesse?» «Sí, pero no soy homosexual.» «¿Odia usted a los homosexuales?» «No, pero no les amo.»«¿Y los negros qué?» «¿Y los negros qué?» «¿Qué piensa usted de ellos?» «Están muy bien.» «¿Tiene usted prejuicios?» «Todo el mundo los tiene.» «¿Qué idea se hace de Dios?» «Pelo blanco, barba rizada, sin pene.» «¿Qué piensa usted del amor?» «No pienso.» «Es usted un listillo. Mire, le daré mi dirección. Venga a verme.»
Apunté la dirección y estuve descansando un par de días más, viendo losseriales por la mañana y los
telefilmes de espías y los combates de boxeo por la noche. Volvió a sonar el teléfono. Era la dama.
«No vino usted.» «Es que he estado liado.» «¿Está usted enamorado?» «Sí, estoy escribiendo mi nueva novela.» «¿Mucho sexo?» «A veces.» «¿Es usted un buen amante?» «Casi todos los hombres creen serlo. Yo probablemente sea bueno, pero no excepcional.» «¿Le gusta comercoñitos?» «Sí.» «Está bien.» «¿Está aún disponible su habitación?» «Sí, la habitación grande. ¿Les hace realmente eso a las mujeres?» «Sí, demonios. Pero hoy en día todo el mundo lo hace. Estamos en 1982 y tengo 62 años. Puede usted conseguir un hombre treinta años más joven que se lo haga igual. Y puede que mejor.» «No lo crea.»
Fui hasta la nevera, cogí una cerveza y un cigarrillo. Cuando volví a coger elteléfono, ella seguía
allí.
—¿Cómo se llama? —pregunté.
Me dijo un nombre fantástico, que olvidé en seguida.
—He estado leyendo cosas suyas —dijo—. Es usted un escritor con fuerza. Tiene usted mucha
mierda dentro. Pero ha descubierto el medio de estimular las emociones de la gente.
—Tiene usted razón. No soy grande, pero soy diferente.
—¿Cómo les hace eso a las mujeres?
—Bueno, un momento...—No, dígamelo.
—Bueno, es un arte.
—Sí que lo es, sí. ¿Cómo empieza usted?
—Un roce leve.
—Por supuesto, claro. Pero luego, después de empezar...
—Sí, bueno, hay técnicas...
—¿Qué técnicas?
—El primer toque, normalmente, adormece la sensibilidad en la zona, de modo que no puedes
repetirlo con la misma eficacia.
—¿Qué diablos quiere decir?
—Usted lo sabe bien.
—Está usted poniéndome caliente....
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