habanastation

Para no variar, en Habana Station se muestra una realidad que siempre ha existido, pero que en los últimos años se ha estado acentuando, más que todo, porque la pobreza le ha ganado terrenoal bienestar. La Revolución, con sus grandes, ambiciosas y pregonadas metas de igualdad, desarrollo y prosperidad, ha sido incapaz de cumplir lo prometido. Con desgano, resabio e incluso tristeza,habrá que darle la razón a Winston Churchill, cuando dijo que la “virtud del socialismo es la distribución igualitaria de la pobreza”. Miseria y pobreza siguen siendo parte viva de una sociedad queademás, padece los males que se derivan de una profunda crisis económica y de una pronunciada deriva política.
La película no puede ser acusada bajo ningún concepto de crítica con el sistema, algo quepreocupa sobremanera a los inquisidores de la cultura, porque en verdad no existen críticas, seguramente porque para suerte del director o el guionista, no hizo falta. El filme expone (algunas) situacionescon las que conviven día a día los cubanos, sobre todo, los que van quedando más abajo en la pirámide social, que dicho sea de paso, no son pocos. Sí, porque a pesar de que el socialismo y laRevolución se empeñaron en hacernos creer que desaparecerían las clases y las capas sociales, así como las contradicciones entre ellas, la práctica ha demostrado con creces que la utopía y la demagogia, porgrande que sean, no pueden tapar la realidad.
Los barrios marginales no desaparecieron con la Revolución, ni la insalubridad o los problemas de vivienda. No desaparecieron los pobres, aunqueestudiasen una carrera universitaria. Hubo más educación, cultura, deporte y salud, pero menos alimentos e insuficiente mejoría en el nivel de vida. Esa es la verdad, independientemente a las justificacionesque se les quiera encontrar.
Las diferencias sociales siempre han existido. En Cuba, los dirigentes (sobre todo los de primer nivel) y sus familias han vivido mejor. Los que viajaban regularmente...