Un día como hoy, aparecía lleno de vida, sano, feliz, perfectamente visible entre las mesas de billar del Club. Cierta mañana, desapareció, y ningunade las diversas búsquedas que se emprendieron arrojó resultados sobre su paradero. Había abandonado su lugar en el mundo. No había acudido a sudespacho a la hora habitual y su dog-cart no aparecía en ninguna vía pública. Por este motivo y porque estaba obstaculizando en un grado microscópico elpoderoso mecanismo de la administración del Imperio de la India, el Imperio se detuvo un instante microscópico para investigar el destino de Imray. Sedragaron los estanques y los pozos y se despacharon telegramas a lo largo de las líneas del ferrocarril, hasta el puerto de mar más próximo, adoscientas millas de distancia... Pero Imray no aparecía al extremo de los cables de las dragas, ni en los hilos de telégrafos. Se había ido, y la pequeñaestación donde vivía no volvió a saber nada de él. Después, la poderosa maquinaria del gran Imperio de la India siguió su curso, pues no podía retrasarsu marcha, e Imray dejó de ser un hombre para convertirse en un misterio, es decir, una de esas cosas que sirven para que los hombres hablen durante unmes alrededor de las mesas del Club, y que luego se olvidan por completo. Sus armas, sus caballos y sus coches se vendieron al mejor postor. Susuperior escribió una carta absurda a la madre, en la que declaraba que Imray había desaparecido de forma inexplicable y que su bungalow estaba vacío.
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