Hace Un Mes Que No Baila El Muñeco

hace un mes
que no baila
el muñeco
IgnacIo Trejo FuenTes

El hermoso mar soñado, con agua
y sol color de mar, con su traje azul
y su furor oculto.
Juan Vicente Melo
Veo con satisfacción la ansiedad,
el deleite, la ávida curiosidad con que
las almas puras buscan, aunque sea
de lejos, algo del venenoso vértigo
de los pecadores.
José Joaquín Blanco

Para Erick Fermín

ytodopoderosas con las que iba abriéndose
todas las puertas de la vida. Y esa facilidad
con la que todo le llegaba hizo de su carácter un halo poderoso que le atrajo el amor
a cataratas. Pero la vida –lo sé ahora– se
cansa de ser pródiga, se extenúa de su propia generosidad y acostumbra cobrarse, tan
caros, los favores. Y Pedro los debió pagar
al mayor precio y tan antes de tiempo.
La quiebrasúbita de la fortuna de su padre y el suicidio consecuente de éste tuvieron secuelas desquiciantes: la pérdida total
de la riqueza familiar y la locura de la madre. Pedro no tuvo otro remedio que dejar
las andanzas y averiguárselas para ir con la
demente de un lado a otro, hasta que un
último aletazo de la buena fortuna los dejó
en esa casa donde años después habrían de
hallar la muerte de lamanera más ingrata.
El Muñeco y yo llegamos a creer que muriendo la madre, Pedro podría por fin tomar
un respiro de ese aire fresco que la vida se
había empeñado en esconderle en los tiempos recientes. Y no fue así: el último respiro
de la anciana fue también el último de él.
Y eso, a fin de cuentas, parecía haber estado escrito en las páginas ocres del destino,
porque desde que la locura de lamadre empezó, se gestó la de Pedro; locura no igual,
sino más cruel y más amarga: ambos bebieron desde entonces los sorbos de ese veneno
llamado soledad, enredaron sus pasos en un
inmisericorde nudo ciego que los llevó trastabillantes, frágiles, por ese simulacro de vida.
Y es que Pedro envejeció junto al lecho
de su madre enferma y loca, se desgastó hasta no parecer sino un fantasmalastimero y
hediondo que iba por la casa errante y despotrican cosa que darle de comer a su madre, asearla, atender sus constantes llamadas
para pedir cosas inútiles, y luego dedicarse
a beber sin ninguna piedad: se embriagaba
como poseso, y era entonces patético llegar
a visitarlo y encontrarlo de bruces, en el suelo, sin sentido y en medio de sus vómitos, sin
escuchar los apagados gritos de laanciana
urgiéndolo a acercarse hasta la planta alta de
la casa donde la infeliz estaba nadando en
excrecencias y en sus malos olores... Y uno

I g n a c i o Tr e j o F u e n t e s

A

sesinamos a la madre de Pedro en
un arrebato de conmiseración, pero
nunca previmos que esa muerte habría de provocar dos más y un suicidio.
La de Pedro fue siempre una errancia
sin fin por los caminos de ladesolación, una
vida enmarañada que se fue destejiendo
con absoluta sordidez hasta desembocar en
esa muerte nunca calculada aunque feroz,
en ese corolario acaso inmerecido. La del
Muñeco, en cambio, fue revestida por la felicidad emboscada en sonrisas de mujer, en
un juego armonioso y sin límites alejado de
cualquier sombra amenazante: fue, la suya,
una vida que no dio pie para imaginarla
desventura de su resolución. Como haya
sido, me sigue pareciendo incongruente la
línea paralela que las vidas de ambos siguieron hasta fundirse en el charco de sangre
en que se ahogaron, charco que en muchos
sentidos yo formé, sangre que hasta ahora
me ciega y late a borbotones en mi alma.
Pedro y el Muñeco nunca se conocieron, sabían uno del otro a través mío:
siempre, en misconversaciones, surgía
la presencia del otro, no en balde los dos
llegaron a formar parte sustancial de mi
vida, así que la línea paralela de que hablé
se fue desarrollando a mi alrededor.
Le hablé al Muñeco del vía crucis de
Pedro, del rompecabezas de desdichas que
los dioses habían hecho que aquél armara
previamente. Le dije, por ejemplo, de los
años juveniles de Pedro, de aquellos viejos...