"Hacia la construcción de un programa de formación de maestros en ejercicio"

Resulta sorprendente que persista la inquietud acerca del conocimiento profesional; algunos abogados son buenos en el ejercicio de la abogacía, son competentes en el domicilio de las técnicas deuna negociación o una mediación.
Pocos críticos de la práctica profesional negarían estas cosas, pero solo algunos las tomarían como una fuente de indagación en las crisis del conocimiento y dela preparación profesional.
De este modo, el dilema del rigor o la partencia se reafirma en este punto y, sobre la base de una subyacente epistemología de la práctica poco examinada en el tiempo,nos alejamos de los tipos de actuación que necesitamos más para poder comprender.
No deberíamos empezar por preguntar cómo hacer un mejor huso del conocimiento científico sino que podemosaprender a partir de un detenido examen del arte.
El arte es una forma de ejercicio de la inteligencia, un tipo de saber, aunque diferente en aspectos cruciales de nuestro modelo estándar deconocimiento profesional.
Del mismo modo que deberíamos indagar las manifestaciones de arte profesional, deberíamos examinar las distintas maneras a través de las cuales los profesionales lo adquieren.Los formadores han empezado una vez más a ver el arte como un componente esencial de la competencia profesional.
En este punto, la cuestión de la formación para el arte se entremezcla con unacuestión mas amplia: la de la legitimidad de la formación de los profesionales.
Al considerar el arte de aquellos prácticos que resultan extraordinarios y al explicar las maneras a tabes de las queadquieren este arte.
Más allá de los límites de las escuelas profesionales, existen otras tradiciones atípicas de preparación para la práctica.
Todo es práctico. El conocimiento profesional, enel sentido de los contenidos proporcionales de la ciencia aplicada y el saber.
Los estudiantes aprenden mediante la práctica de hacer o ejecutar aquello en lo que buscan convertirse en expertos.