Hacia una frontera humana.
raros. Por un lado, omnipotentes medios masivos de comunicación, transmitiendo y
retransmitiendo cada arista de la vida en(sobre) abundancia. Por el otro, un continuo
ascendente del escepticismo, frente a una realidad espacio-temporal totalmente artificial.
Transcurre la historia y, al parecer, cada vez más rápido. Ensu carrera, rehúsa a dejarse ver
en toda su extensión, solo quedando sus huellas, borrosas y maltratadas, del mismo modo
que cartas íntimas en tiempos de desamor. Las generaciones de la Guerra Fríano saben
bien si la caída del Muro de Berlín sepultó sus paradigmas para siempre entre los
escombros, o si, por el contrario, proliferaron hasta la náusea. Se podría apostar por un
Sócratescontemporáneo que dijera “Solo sé que nada sé, y lo creo sin necesidad de que sea
verdad”. La vista se nubla y se pone borrosa, difusa, y hace dudoso cualquier juicio, e
impensable cualquier sentencia.Los fenómenos, hoy susceptibles de ser abarcados y
remitido de las más amplias formas y desde cualquier ámbito, parecen ser más proclives a
la confusión que a la comprensión.
Casi todas las fronterasde las ciencias sociales parecen haberse extendido hacia
límites obscuros e imperceptibles. ¿Dónde comienza y dónde termina el territorio del
historiador?
Si hay que tener por indiscutiblesciertas verdades, se concibe un punto de partida.
Hace años que los maestros convienen en que no hay sino un solo objeto de estudio para la
historia: el hombre. Esto quiere decir que, si la laborinterpretativa ya representaba, de por
sí, una dificultad no menor, atendiendo a la reconstrucción de aspectos culturales básicos
(político, económico, religioso), lo es aún más si la realidad es llevada alámbito del
hombre. El historiador sucumbe, y la idea de una interpretación “monolítica” de los hechos
acaba por parecer insuficiente. La acción de “increpar” a las fuentes, con el fin de que...
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