HALO CRYPTUM
CAPITULO UNO SOL•EDOM HACIA ERDETYRENE
LA TRIPULACIÓN DEL BARCO cubrió los fuegos, desacopló el motor de vapor, y alzó
el cuerno de calliope desde el agua. El burbujeante mecanismo de reloj murió con una
serie de clics y tristes gemidos; no había estado funcionando bien para empezar.
A veinte kilómetros, el pico central del Cráter Djamonkin se alzaba a través de la ceniza azulgris, su punta estaba contorneada por el último oro rojizo del poniente sol. Una
única y brillante luna se alzó resplandeciente y fría detrás de nuestra embarcación. El
lago en el interior del cráter se ondulaba alrededor del casco de maneras en las que
nunca el agua había sido movida por el viento o la marea. Bajo los inflamientos y espiras, chisporroteando con la puesta de sol reflejada y la luna, un pálido merse se
retorcía y burbujeaba como los lirios en el estanque de mi madre. Esos lirios, sin
embargo, no eran flores pasivas, sino durmientes krakens que crecían en los bajíos de
los tallos gruesos. Diez metros de largo, sus engordados y musculares extremos
estaban cercados con negros dientes de la longitud de mi antebrazo. Navegamos por encima de un jardín de exclusivistas y autoclonadores monstruos.
Cubrían por completo el suelo inundado del cráter, merodeando justo por debajo de la
superficie y siendo muy defensivos de su territorio. Solo los barcos que cantaban la
canción tranquilizadora que los merse usaban para mantener la paz entre ellos
mismos, podían cruzar esas aguas sin ser molestados. Y ahora parecía que nuestras
canciones estaban fuera de fecha. El joven hombre al que conocía como Chakas cruzó la cubierta, agarrando su sombrero
de hojas de palmera y sacudiendo la cabeza. Permanecíamos de pie lado con lado y
mirábamos fijamente por encima del riel, observando al merse retorciéndose y
agitándose. Chakas (de piel de bronce, parcialmente calvo, y totalmente distinto a la
imagen bestial de los humanos que mis tutores habían impreso sobre mí) agitaba la cabeza en espanto. —Se quejan de que están usando los cantos más nuevos
—susurró él—. No deberíamos movernos hasta que se den cuenta.
Miró a la tripulación en la proa, ocupados con argumentos susurrados. —Me
aseguraste que eran los mejores —le recordé yo. Me miró con ojos que parecían ónice
pulido y barró su mano entre una gruesa mecha de pelo negro que colgaba de la espalda de su cuello, cortada perfectamente cuadrada. —Mi padre conocía a sus
padres.
— ¿Confías en tu padre? —pregunté.
—Por supuesto —dijo él—. ¿Tú no?
—No he visto a mi padre real en tres años —dije yo.
— ¿Es eso triste, para ti? —preguntó el joven hombre.
—Me envió allí —apunté a un brillante punto rojizo en el negro cielo—. Para aprender
disciplina. — ¡Shh... shhaa! —El Florian (una variedad más pequeña de humano, de la mitad de la
altura de Chakas) correteó desde la popa con los pies descalzos para unirse a
nosotros. Nunca había conocido una especie que variara tan ampliamente y que
mantuviera un nivel tal de inteligencia. Su voz era suave y dulce, e hizo delicadas
señales con sus dedos. En su emoción, hablaba demasiado rápido para que yo lo
entendiera. Chakas interpretó. —Dice que necesitas quitarte tu armadura. Está perturbando al
merse.
Al principio, esa no era una sugerencia bienvenida. Los Forerunners de todo tipo
vestían armaduras de asistenciacorporal durante mucho tiempo de sus vidas. La
armadura nos protege tanto física como médicamente. En emergencia, puede
suspender a un Forerunner hasta el rescate, e incluso proporcionar alimento durante un tiempo. Le permitía a los Forerunners adultos conectar con el Dominio, desde donde
todo el conocimiento Forerunner puede fluir. La armadura es una de las razones
principales por la que los Forerunners viven tanto. También puede actuar como amigo y
consejero.
Consulté mi ancilla, la inteligencia y memoria incorpórea de la armadura... una pequeña
figura azul en el fondo de mis pensamientos. ...
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