Hambre, riqueza y moralidad.
Para defender su postura, Singer parte de un argumento que establece que, si tenemos capacidad para evitar que algo malo ocurra sin que por ello sacrifiquemos nada de importancia moral comparable,entonces moralmente debemos actuar.
Tal principio, no tiene en cuenta la proximidad o distancia geográfica, así como tampoco diferencia entre los casos en los que uno es la única persona que podríahacer algo y aquellos en los que hay una gran cantidad de gente que se encuentran en la misma situación que nosotros (opción esta última que parece atenuar a nivel psicológico nuestra obligación demitigar un daño).
El punto de vista que ante esto adopta Singer es el de que nuestras categorías morales tradicionales están distorsionadas, pues la distinción entre deber y caridad no puede trazarseen el lugar en el que normalmente se establece. Según el esquema tradicional, no es nada malo el hecho de no donar dinero a estos países del tercer mundo; el individuo caritativo es alabado pero el queno lo es no es condenado por ello.
Sin embargo, desde el argumento anterior que nos presentó nuestro autor se establece que, por ejemplo, no estaríamos sacrificando nada significativo sicontinuáramos vistiendo nuestra ropa vieja y diéramos dinero para aliviar el hambre, de lo que se sigue que tenemos el deber de dar este dinero.
A partir de aquí, se revisan dos objeciones principales que sepueden hacer a este principio al mismo tiempo que son respondidas.
La primera de ellas es que se trata de una revisión muy drástica de nuestro esquema moral, sobre todo si tenemos en cuenta que en...
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