Hamster
Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre afto¬sa: en todo el país fusilaban por decenas de miles reses enfermas; delas inundaciones: el centro de la ciudad se convertía otra vez en laguna, la gente iba por las calles en lancha. Dicen que con la pró¬xima tormenta estallará el Canal del Desagüe y anegará la capital. Qué importa, contestaba mi hermano, si bajo el régimen de Miguel Alemán ya vivimos hundidos en la mierda.
La cara del Señorpresidente en dondequiera: di¬bujos inmensos, retratos idealizados, fotosubi¬cuas, alegorías del progreso con Miguel Alemán como Dios Padre, caricaturas laudatorias, monu¬mentos. Adulación pública, insaciable maledicen¬cia privada. Escribíamos mil veces en el cuaderno de castigos: Debo ser obediente, debo ser obediente, debo ser obediente con mis padres y con mis maestros. Nos enseñaban historia patria, len¬gua nacional, geografía del DF: los ríos (aún que¬daban ríos),las montañas (se veían las montañas). Era el mundo antiguo. Los mayores se quejaban de la inflación, los cambios, el tránsito, la inmoralidad, el ruido, la delincuencia, el exceso de gente, la mendicidad, los extranjeros, la corrupción, el enriquecimiento sin límite de unos cuantos y la miseria de casi todos.
Decían los periódicos: El mundo atraviesa por un momento angustioso. El espectro de laguerra final se proyecta en el horizonte. El símbolo som¬brío de nuestro tiempo es el hongo atómico. Sin embargo había esperanza. Nuestros libros de texto afirmaban: Visto en el mapa México tiene forma de cornucopia o cuerno de la abundancia. Para el impensable año dos mil se auguraba -sin espe¬cificar cómo íbamos a lograrlo- un porvenir de plenitud y bienestar universales. Ciudades lim¬pias, sininjusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones, sin basura. Para cada familia una casa ultramoderna y aerodinámica (palabras de la época). A nadie le faltaría nada. Las máquinas harían todo el trabajo. Calles repletas de árboles y fuentes, cruzadas por vehículos sin humo ni estruendo ni posibilidad de colisiones. El paraíso en la tierra. La utopía al fin conquistada.
Mientras tanto nosmodernizábamos, incor¬porábamos a nuestra habla términos que primero habían sonado como pochismos en las películas de Tin Tan y luego insensiblemente se mexicanizaban: tenquíu, oquéi, uasamara, sherap, sorry, uan móment pliis. Empezábamos a comer ham¬burguesas, pays, donas, jotdogs, malteadas, áiscrim, margarina, mantequilla de cacahuate. La cocacola sepultaba las aguas frescas de jamaica, chía,limón. Los pobres seguían tomando tepache. Nuestros padres se habituaban al jaibol que en principio les supo a medicina. En mi casa está prohibido el tequila, le escuché decir a mi tío Julián. Yo nada más sirvo whisky a mis invitados: hay que blanquear el gusto de los mexicanos.
II
LOS DESASTRES DE LA GUERRA
En los recreos comíamos tortas de nata que no se volverán a ver jamás. Jugábamos en...
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