HARRY BOSCH 01
Harry Bosch, detective de la
policía de los Angeles quedó
marcado por la dura experiencia de
Vietnam. Ahora, un caso le devuelve
su pasado. La víctima, Billy
Meadows, había servido en su misma
unidad. Ambos eran 'ratas de túnel'
que combatían en la rede de pasajes
subterráneos del Viet Cong; ambos
experimentaron el error del 'eco
negro': la reverberación en las
tinieblasde su propio pánico. Ahora
Meadows está muerto. Pero su rastro
parece apuntar a un gran atraco
bancario perpetrado a través de
túneles de alcantarillado.
Michael Connelly
EL ECO NEGRO
Para W. Michael Connelly
y
Mary McEvoy Connelly
Agradecimientos
Quisiera agradecer a las
siguientes personas la ayuda y el
apoyo que me han prestado:
Gracias a mi agente, Philip
Spitzer, ya mi editora, Patricia
Mulcahy, por el gran esfuerzo y
entusiasmo que han dedicado a este
libro.
Gracias también a los muchos
agentes de policía que a lo largo de
los años me han permitido ser testigo
de su trabajo y sus vidas. Quiero
además mostrar mi gratitud a Tom
Mangold y John Pennycate, cuyo
libro The Tunnels of Cu Chi narra la
verdadera historia de las ratas de los
túnelesde la guerra de Vietnam.
Por último, doy las gracias a mi
familia y amigos por su aliento y
apoyo incondicional. Y sobre todo a
mi mujer, Linda, por su constante
respaldo e inspiración.
PRIMERA PARTE
Domingo, 20 de mayo
En aquella oscuridad el chico
no veía nada, pero tampoco le hacía
falta. La experiencia acumulada le
decía que iba bien. Nada de gestos
bruscos; el truco era deslizarel
brazo con suavidad y girar la muñeca
lentamente para mantener la bolita en
movimiento.
Sin
chorretones;
perfecto.
El silbido del aerosol y la
rotación de la bola le producían una
sensación reconfortante. El olor de
pintura le recordó el calcetín que
tenía en el bolsillo y le hizo pensar
en colocarse un poco. «Quizá más
tarde», se dijo. No quería detenerse
antes de haberterminado la línea de
un solo trazo.
No obstante, se detuvo. Había
oído el ruido de un motor pero, al
levantar la cabeza, las únicas luces
que vio fueron el reflejo plateado de
la luna sobre el embalse y la pálida
bombilla de la caseta de turbinas que
había en el centro de la presa.
Sin embargo, sus oídos no le
engañaban: no cabía duda de que se
aproximaba un vehículo. Al chico le
parecióque era un camión e incluso
creyó oír el crujido de las ruedas
sobre el camino de grava que
circundaba el embalse. El crujido era
cada vez más fuerte; alguien se
estaba acercando casi a las tres de la
madrugada. ¿Por qué? El chico se
puso en pie y arrojó el aerosol en
dirección al agua, pero éste voló por
encima de la verja y acabó
aterrizando entre las matas de la
orilla. Se habíaquedado corto. A
continuación se sacó el calcetín del
bolsillo y decidió inhalar un poco
para infundirse valor. Hundió la
nariz en él y respiró hondo los gases
de pintura. Aquello lo aturdió un
instante, haciéndole parpadear y
tambalearse. Finalmente se deshizo
también del calcetín.
El chico levantó su motocicleta
y la empujó a través de la carretera
hacia un pinar cubierto de hierbaalta
y arbustos al pie de una colina. Era
un buen escondite, pensó; desde allí
podría observar sin ser visto. En ese
momento el ruido del motor era ya
muy fuerte. Debía de estar muy cerca,
pero todavía no se veía la luz de los
faros. Aquello le desconcertó, pero
ya no tenía tiempo de escapar. El
chico tumbó la motocicleta en el
suelo, entre la hierba alta, detuvo con
la mano la ruedadelantera que giraba
descontrolada y se agazapó a esperar
lo que fuera que se avecinaba.
Harry Bosch oía el zumbido de
un helicóptero que trazaba círculos
sobre su cabeza, en un mundo de luz
más allá de la oscuridad que lo
envolvía. ¿Por qué no aterrizaba?
¿Por qué no traía refuerzos? Harry
avanzaba por un túnel negro y lleno
de humo, y se le estaban acabando
las pilas de la...
Regístrate para leer el documento completo.