Harry poter 6
“para mi preciosa hija Mackenzie, este hermano gemelo de tinta y papel”
Ilustración: © Dolores Avendaño, 2006 Copyright © J.K. Rowling, 2005 Copyright © Ediciones Salamandra, 2006 El Copyright y la Marca Registrada del nombre y del personaje Harry Potter, de todos los demás nombres propios y personajes,así como de todos los símbolos y elementos relacionados, son propiedad de Warner Bros., 2000 Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A. Almogávers, 56, 7° 2a - 08018 Barcelona - Tel. 93 215 11 99 www.salamandra.info Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del "Copyright", bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducciónparcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. ISBN: 84-7888-990-6 Depósito legal: NA-2.836-2005 1" edición, febrero de 2006 Printed in Spain Impreso y encuadernado en: RODESA - Pol. Ind. San Miguel. Villatuerta (Navarra)
1 El otro ministroFaltaba poco para la medianoche. El primer ministro estaba sentado a solas en su despacho, leyendo un largo memorándum que se le colaba en el cerebro sin dejarle el más leve rastro de significado. Esperaba la llamada del presidente de un lejano país, y, mientras se preguntaba cuándo la haría el muy condenado, intentaba borrar los desagradables recuerdos de una larga, agotadora y difícil semana, porlo que en la cabeza no le quedaba sitio para otra cosa. Cuanto más empeño ponía en concentrarse en el escrito que tenía ante sus ojos, más nítidamente veía las caras de regodeo de sus rivales políticos. Ese mismo día, su principal adversario había aparecido en el telediario y no se había contentado con enumerar los espantosos sucesos ocurridos esa semana (como si alguien necesitara que se losrecordaran), sino que también había expuesto sus razones para culpar de todo al Gobierno. Al primer ministro se le aceleró el pulso al pensar en esas acusaciones, porque no eran justas ni ciertas. ¿Cómo querían que el Gobierno impidiera que el puente se derrumbase? Era indignante que alguien insinuara que no invertían suficiente dinero en obras públicas. El puente en cuestión tenía menos de diez años,y ni los mejores expertos podían explicar por qué se había partido por la mitad, provocando que docenas de coches se despeñasen a las profundidades del río. ¿Y cómo se atrevían a insinuar que la escasa vigilancia policial había facilitado los dos horribles asesinatos aireados por los medios de comunicación? ¿O que el Gobierno debería haber previsto de alguna manera el inusitado huracán del WestCountry, con su larga lista de víctimas y daños materiales? ¿También era por su culpa que uno de sus subsecretarios, Herbert Chorley, hubiese acabado de patitas en la calle por haber escogido esa semana para comportarse de un modo tan extraño? «En el país se respira un ambiente de desastre», había concluido el adversario sin disimular una ancha sonrisa. Por desgracia, esa afirmación era cierta. Elprimer ministro también lo notaba: la gente parecía más triste de lo habitual y el clima era deprimente; aquella fría neblina en pleno julio no encajaba, no era normal. Pasó a la segunda hoja del memorándum, vio que todavía le quedaba mucho por leer y lo dejó por imposible. Estiró los brazos para desperezarse mientras contemplaba su despacho con tristeza. Era una habitación elegante con unamagnífica chimenea de mármol enfrente de las altas ventanas de guillotina, bien cerradas para que no entrara aquel frío impropio de la estación. Al notar un ligero temblor, se levantó y se acercó a las ventanas para observar la tenue neblina que se pegaba a los cristales. En ese momento, mientras se hallaba de espaldas a la habitación, oyó una débil tos detrás de él. Se quedó paralizado, con la nariz...
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