Hatajo De Sueños

Páginas: 166 (41402 palabras) Publicado: 11 de noviembre de 2012
HATAJO DE SUE OS
(por Luis Ángel Campillos Morón)

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“La gente trabaja tanto que se olvida de quererse”. Albert Camus.

La verdad se halla siempre muy cerca, pero solamente se deja ver en la distancia. ‘No tenía otro sitio adonde ir’ era la respuesta. ‘¿Qué demonios estaba haciendo yo allí?’, la pregunta. Ahora lo tengo claro. En su día nadie me contestó. Debo admitir que en unprincipio me sentí muy raro, entre toda aquella gente. No recordaba muy bien cuánto tiempo llevaba en la calle, quizá habrían pasado ya tres o cuatro Navidades. Digo Navidades, porque durante esas fiestas comíamos, por eso… como para olvidarse de ellas. Algunos días, los más señalados, comíamos, merendábamos y cenábamos: almacenábamos reservas en previsión de los malos tiempos, cuales osos. Elvagabundeo es como un estado letárgico, te lleva la marea pero ni te acerca a la orilla ni te arrastra a alta mar. Es un eterno ir, sin lugar al que llegar, ni hogar al que volver. Te encuentras sobre el cadalso, ante el gran público, a la espera del verdugo… que nunca aparece. Y me parece que la muerte debe acontecer tan rápida que no te da tiempo a verlo, al verdugo, ni a decirle lo pedazo de cabrónque es. Injusticias de la vida. En mi tercer día en aquel submundo, se presentó una patrulla de

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policiudadanos para retirarme la pulsera verde de mi muñeca derecha y proporcionarme otra. Ciudadano seis mil novecientos treinta y uno. La acreditación

permanentemente en su muñeca izquierda. Queda notificado, siendo las nueve horas treinta y nueve minutos cincuenta y dos segundos –dijo unportavoz y se largaron. La nueva era de color rojo, de unos cuatro dedos de ancho, con los dígitos 6 9 3 1 bien visibles en negro. Bienvenido a la familia, me susurró Ernesto señalando el brazalete, ponte la esclava cuanto antes y más vale que no la pierdas. Me llamó la atención la palabra esclava. Le va al dedillo el puto nombrecito, pensé. Cuando aterricé, éramos cinco: Ernesto, Julián, Hassan,Salazar y yo. El día en que decidí abandonar nuestra glorieta del Somontano, sólo quedábamos dos. Fue entonces cuando me propuse ir escribiendo anotaciones sobre mis vivencias, gracias a las cuales, hoy puedo relatar con más detalle ésta, mi historia.

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Lunes, 32 de Noviembre de 2043.-

Todavía hay un despertador más cabrón que el hambre: el frío. Los cartones y las mantas no tienen muchaculpa, los pobres, hacen lo que pueden. Por aquella época nos alimentábamos del Sol de mediodía en la glorieta del Somontano, según la llamaban los veteranos. Yo no vi nunca un cartel: quizá se olvidaron nominarla los del ayuntamiento. Era de cuarta categoría, el parquecito, por lo que podíamos permanecer allí tranquilamente, de momento. Unos cuantos bancos (de sentarse), una fuentecita de aguapotable (se rumoreaba que las iban a retirar) y varios rincones con setos de plástico; todo ello empotrado sobre frío cemento pintado a grandes cuadrados rojos y verdes, he ahí nuestro a-hogar. Se hallaba entre la calle Santander y la calle Asturias, en uno de esos recovecos que dejan para nosotros. Siempre nos reservan un hueco, no son tan egoístas, al fin y al cabo. Porque si no existiésemos lospobres, tampoco ellos podrían ser Ricos. Hay que diferenciar los roles, piensan los del rolex. Por eso no acaban con nosotros, sólo por eso. Aquel lunes me desperté con los primeros tranvías, debían ser las cinco y media o así. Inmóvil, comprobé durante unos instantes la magnitud de mi resaca:

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únicamente un par de grados en la escala Yeltsin. El silencio era frío y oscuro. La nocheacechaba con sus ojos negros bien abiertos. Las farolas de las calles dormitaban una luz tenue sobre las aceras de acero. Eché a un lado mi mantita rígida y marrón y me puse en pie. Me costó despabilar mis ateridos músculos y reubicarlos. Parecían estar todos reunidos en secreto, abrazados para mantener su calor corporal. Me dolían las orejas a rabiar, las imaginé amoratadas a punto de explotar. Apenas...
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