Hay que frenar la estupidez

Páginas: 6 (1346 palabras) Publicado: 1 de noviembre de 2014
SABATINAS INTEMPESTIVAS

El único derecho a decidir lo tienen los adolescentes y en el ámbito de su casa y su familia

Estamos metidos en una espiral de estupidez; como un concurso a ver quién la dice o la hace más grande. Yo creo que desde los tiempos del cólera no había escuchado, y mucho menos leído, la cantidad de estupideces con las que nos desayunamos todos los días. Y cuando estamos eneste tipo de competiciones a mí me recuerdan una de las actividades, entonces denominadas “populares”, porque nadie aún tenía la desfachatez de llamar “tradiciones culturales” como ahora sucede con el pobre toro de la Vega, o los embolados mediterráneos o los trabucaires disfrazados, ejemplos inseparables al parecer de centenarias costumbres. De inveterada raigambre castiza tal que tirar unacabra desde el campanario de la Iglesia, correr a pedradas a liberales y judíos, o quemar brujas. Actos aprobados con benevolencia por los mantenedores de la tradición, enemigos de lo foráneo y modernista.

No, nada de esas sofisticaciones. Yo me estoy refiriendo a una competición que no podía faltar en los festejos de barrios y pueblos. La carrera de sacos. A las generaciones formadas en laelectrónica probablemente no les dirá nada. Consistía en una carrera de muchachos con las piernas embutidas en sacos de esparto, y en reírse mucho contemplando cómo se caían torpemente en el afán de alcanzar la meta. Esa mezcla de simplicidad mental y gratuita crueldad siempre me llamó la atención, incluso de niño. ¿Por qué no hacían la carrera de sacos el alcalde y el conjunto de concejales, al menospara que provocaran con las risas populares una compensación al dinero que sisaban durante el año? Cuando el papel crítico de los diarios ha desaparecido, el resentimiento social adquiere caracteres insólitos. La estupidez se vuelve ridícula.

Yo asistí a una escena en un restaurante de Manresa en la que una señora exigió al camarero “una carta” en castellano, y como no la tenían -ni falta que leshacía tal gasto para la parroquia, puesto que ante cualquier excepción como aquella estaba la amabilidad y predisposición del camarero-. Pues no, la dama encocorada, que jamás había estado ni en Manresa ni en lugar alguno de Catalunya -yo lo he escrito con ñ, pero ustedes lo van a leer por obligación con ny sea en catalán o castellano- la tal señora, digo, apeló a sus derechos constitucionales-Constitución, que por cierto no había votado por desprecio a la democracia en general- para proveerse de una imposible “carta” en castellano, o del libro de reclamaciones. Como se trataba de un familiar la cosa acabó diciéndole que se dejara de pendejadas, que atendiera al camarero o a cualquier de nosotros, y que si no hiciera ayuno. Esta estupidez, que tiene muy poco que ver con la política ymucho con la psiquiatría, aunque a los tontos locos les guste mucho decir lo contrario, significó una ruptura familiar de consecuencias irreparables.

Algo similar en su simplicidad me ocurrió con el artículo de la pasada semana en el que me refería a Raoul Villain, asesino del líder socialista francés Jean Jaurès. Un amigo, viajado y curtido, me preguntaba dónde carajo decía yo que habíanajusticiado al asesino de Jaurès. “En Ibiza”, respondí. “No es ese el lugar que aparece en tu artículo”, me replicó. Como hasta ahora no solía releer los artículos después de publicados -un narcisismo que ronda el sadomasoquismo- encontré algo que yo no había escrito: “Eivissa”. El detalle roza el surrealismo no sólo por la obviedad de que en toda España y medio mundo Ibiza es Ibiza, inconfundible, sinoque además se trataba de una ejecución ocurrida en septiembre de 1936, cuando los talibanes de las lenguas aún no habían nacido y toda España iniciaba una guerra atroz. ¿Acaso uno no tiene el obvio derecho de que no le toquen el artículo por gracia de que un supuesto corrector crea en los Países Catalanes, lo que a mí y a los lectores nos importa tanto como si cree en la Virgen del Perpetuo...
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